Aristarco, la fidelidad a toda prueba
“Aristarco, mi compañero de prisiones, os saluda” (Colosenses 4:10).
Entre esos “hermanos detrás de la escena”, Pablo nos presenta a Aristarco. La fidelidad y entrega de este discípulo nos va a demostrar que la adversidad no disminuye en ningún momento el afecto que se tenga por el amado. Aristarco es presentado como un hombre para todas las estaciones; como el amigo del mal tiempo.
Fue uno de los más cercanos colaboradores de Pablo, y el pastor fundador de la iglesia a los Colosenses como dijimos en la introducción.
Nadie como él para enfrentar todo tipo de circunstancias, pero en ningún momento lo vemos quejándose o abandonando el ministerio al que fue llamado. Fueron muchos los escenarios donde su vida estuvo en peligro; en no pocos casos hasta en peligro de muerte, pero eso no le importaba, porque al final de sus días lo vemos junto con Pablo, siendo su compañero de prisión.
Con Aristarco llegamos a entender que la fidelidad se comprueba cuando más cerca podemos estar con las personas que demandan nuestro amor y entrega, sobre todo aquellos que, como Pablo, fueron indispensables para la causa gloriosa del evangelio. Aristarco se menciona cinco veces por su nombre en el Nuevo Testamento; y esto será suficiente para tener una idea de quién fue él.
Su nombre significa “líder asombroso”, y eso fue este hombre en todo lo que hizo para el reino.
En la ocasión cuando Pablo fue a Éfeso a predicar (Hechos 19:29), y toda la ciudad fue alborotada por la predicación del evangelio debido a la “amenaza” a la gran diosa Diana, tanto Pablo como los discípulos estuvieron a punto de morir. Y allí, en medio de semejante y peligrosa confusión, está Aristarco junto con un tal Gayo, secuestrados por la multitud.
Pero Aristarco aprendió el valor de la fidelidad; son esos momentos cuando la fidelidad debe ser demostrada por amor al amigo.
Pablo menciona este discípulo como compañero de prisiones (Colosenses 4: 10a). Y en aquella ocasión, la cárcel es Roma donde Pablo llegó preso después de apelar al Cesar. Aristarco pudo haberse quedado en Jerusalén o regresar a su casa, pero está con Pablo.
Él no había hecho nada, pues era Pablo quien seguía con su visión de llegar a Roma, y Aristarco no se separa. La definición que Pablo hace de este discípulo es “mi compañero de prisiones”.
La fidelidad de Aristarco lo llevó a morir por el evangelio. No es muy común ese tipo de fidelidad en este tiempo. No somos tan fieles cuando las cosas están normales, menos en la adversidad.
¿Estaría dispuesto a morir por acompañar a alguien sin que usted haya hecho nada? Puesto esto fue lo que pasó con Aristarco. Una tradición también dice que él fue decapitado por Nerón.