La importancia de la fortaleza espiritual

“Fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz […]” (Colosenses 1:11-12)

Pablo incluye en la oración intercesora por sus hermanos de Colosa la importancia de ser fortalecidos en el Señor, pero no con cualquier poder, sino “conforme a la potencia de su gloria”.

Debe entenderse que este poder no es otro sino el poder del Espíritu Santo, operando en nuestras vidas para ser fortalecidos en todo lo emprendido. Todos hemos sido capacitado con este poder, dependerá de nosotros si lo usamos o no para la gloria de Dios. 

El ser “fortalecido con todo poder” no es sino el resultado de andar dignamente delante del Señor, agradándole en todo y llevando frutos en toda buena obra.

Es el resultado de nuestro crecimiento espiritual. En otras palabras, mi fortaleza espiritual no viene sola. No es el resultado de un simple deseo. Solo nuestra intimidad con el Señor nos dará esta fortaleza. 

¿Cuál es el propósito de este poder actuando en nosotros? “Para toda paciencia y longanimidad”. La paciencia es parte del fruto del Espíritu.

Cuando estamos fortalecidos con ese poder entonces nuestra vida experimentará la virtud de la paciencia, ese espíritu que espera siempre lo mejor, aunque esté en medio del conflicto.

“Longanimidad” tiene que ver también con la constancia y la fortaleza de ánimo ante las situaciones adversas de la vida. Es la largura del alma para enfrentar todo tipo de sufrimiento, pero hacerlo con perseverancia hasta el final. 

Pablo dice finalmente, que todo lo anterior expuesto, debe producir gozo en nuestras vidas.

Sí, porque el gozo, como otra de las virtudes del Espíritu, es la forma visible del contentamiento del alma, y es el gozo con la gratitud lo que nos hará triunfante en medio de cualquier situación donde nos encontremos.

Ese “gozo y gratitud” debe ser hecha siempre a nuestro buen Padre celestial, porque él es la fuente de toda bendición en nuestras vidas. 

¿Por qué debemos ser agradecidos con nuestro Padre? Porque “nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz”.

Pablo fue un hombre siempre agradecido (1:3), y aquí lo vemos otra vez dando gracias al Padre, de lo cual nosotros debemos ser imitadores, porque ese Padre, además de habernos perdonado, salvados y darnos la categoría de hijos, nos ha hecho participe de una herencia que será exclusiva de los “santos en luz”. 

Bendito sea nuestro Dios por darnos tanto, siendo nosotros tan indignos y no merecedores. 

Desde lo más profundo del corazón del pastor