La oración con acción de gracias

Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos […]” (Colosenses 1:3-4)

Lo primero que llama la atención en este texto es la palabra “siempre”. Pablo era un hombre de oración intercesora a favor de sus hermanos. En el caso especial de los hermanos de Colosas, él no los conocía, pero aquí nos dice que está orando por ellos.

Pablo había sido informado por Epafras del estado de la iglesia, de sus problemas y sus luchas con las corrientes doctrinales que pretendían separarles de la fe, pero él dice “siempre orando por vosotros”.  

Esta costumbre de Pablo es digna de ser imitada. Él no oraba por sus hermanos de una manera ocasional, sino siempre. ¿Cuántas cosas tenía Pablo en su corazón por las cuales orar?

Podemos  pensar en sus propias necesidades personales, en todos los discípulos en quienes se había invertido, en cada situación que ameritaba enfrentar en la obra misma, pero él era un continuo intercesor a favor de sus hermanos. Cuánto necesitamos aprender de la vida de oración. 

La otra cosa vista en el texto es el tipo de oración. Si bien Pablo va a abordar una serie de situaciones internas de la iglesia, especialmente la del informe de ciertos problemas doctrinales, aquí lo vemos dando gracias a Dios por sus vidas.

De esta manera oraba: “damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo […]”. Pablo había aprendido la importancia de la oración hecha al “Padre nuestro”, pero haciéndola en el nombre del Señor Jesucristo. 

Nuestras oraciones siempre debieran estar cargadas de gratitud al buen Padre celestial. De él nos viene la vida, el sustento cotidiano, pero, sobre todo, de él nos viene la salvación por medio de muy amado Hijo Cristo.

Alguien ha dicho que aquellos que oran más, terminan teniendo mayores razones para estar agradecidos. Que nuestras oraciones estén llenas de gratitud. Que, al pensar en tantos hermanos, oremos por ellos, dando gracias a nuestro Padre celestial. 

Pero ¿por qué Pablo oraba con gratitud por los hermanos de Colosas? Porque él había “oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos […]”.

En este texto y el que sigue, Pablo va a hablar de las tres joyas imperecederas: la fe, el amor y la esperanza. Los hermanos Colosenses disfrutaban de las tres virtudes más anheladas en la vida de un creyente. 

Una fe genuina en nuestro Señor Jesucristo siempre tendrá como compañera al amor.

Los hermanos Colosenses no carecían de amor, como si lo fueron los hermanos de Corintios. 

Feliz la iglesia donde los hermanos gozan de la fe, la esperanza y el amor.