La oración intercesora de Pablo

“Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual […]” (Colosenses 1:9)

Lo primero en observar en el texto es el verbo orar. Si algo nos revela el apóstol Pablo es su vida de oración. Si bien era un hombre de mucho trabajo, más lo era en su intensidad de su oración.

Así, pues, la lección mayor de este pasaje es mostrarnos a un hombre de oración personal, pero, sobre todo, a un hombre de oración intercesora. He aquí la manera cómo deberíamos orar. 

“Desde el día que lo oímos”. Pablo oyó algo de los hermanos de Colosas que lo impulsó a este tipo de oración. De esta manera, e involucrando a su equipo, se dedicó a orar todos los días.

Hubo buenas y malas noticias de parte de Epafras con las que se activó todo un tiempo de intercesión. Las buenas noticias eran por la propagación del evangelio “así como a todo el mundo” (v. 5), mientras que las malas eran por las falsas doctrinas introducidas. 

Pablo nos enseña el valor de la oración a favor de otros. Por lo general nuestras oraciones son muy personales.

Si oramos, dedicamos más tiempo en hacerlo por nosotros y nuestras necesidades, en lugar de interceder por otros. Sin embargo, Pablo nos habla de no cesar de orar por los hermanos.

¡Qué demostración de amor por los hermanos encontramos en esta revelación!

Pero ¿cuál era el propósito de aquellas oraciones? ¿Por qué aquel grupo dirigido por Pablo se empeñaron en aquella oración intercesora por la iglesia de los Colosenses?

Para ser “llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual […]”. He aquí la oración más necesaria. Nada nos hará más bien en la vida cristiana como el conocer la voluntad de Dios para discernir entre lo malo y lo bueno, entre la toma de decisiones y el vivir rectamente delante de Dios.

Si nos llenamos del conocimiento de la voluntad de Dios, el resultado será una vida llena de sabiduría y de inteligencia espiritual.

Orar a favor de otros nos hará más sensibles a sus necesidades y a las nuestras también.