El Comienzo de la Obra
“En el año segundo de su venida a la casa de Dios en Jerusalén, en el mes segundo, comenzaron Zorobabel hijo de Salatiel, Jesúa hijo de Josadac y los otros sus hermanos, los sacerdotes y los levitas, y todos los que habían venido de la cautividad a Jerusalén; y pusieron a los levitas de veinte años arriba para que activasen la obra de la casa de Jehová. Jesúa también, sus hijos y sus hermanos,
Cadmiel y sus hijos, hijos de Judá, como un solo hombre asistían para activar a los que hacían la obra en la casa de Dios, junto con los hijos de Henadad, sus hijos y sus hermanos, levita” (Esdras 3:8-9)
El espíritu despertado por Dios y Ciro hizo posible el comienzo de la reconstrucción de la casa del Señor. Esdras fijo en sus registros como “el año segundo de su venida a la casa de Dios en Jerusalén, en el mes segundo…” como el punto de partida cuando Zorobal y Jesúa, así como los encargados del templo (sacerdotes y levitas) dieron por iniciada la obra.
Esa fecha fue mayo-junio 536 a.C., setenta años después de la primera deportación en 605 a.C.
La exactitud de estas fechas comprueba no solo la veracidad de la Biblia como libro histórico fidedigno, sino también el cumplimiento profético, tanto de Jeremías como de Daniel.
Jeremías había profetizado ese tiempo años atrás (Jeremías 25:1-11; 29:1-10) y luego Daniel, estando en el exilio, profetizó de este tiempo y el retorno de Judá a Jerusalén, de acuerdo con Daniel 9:1-2. La palabra de Dios se cumple exactamente en su tiempo.
Los levitas de veinte años para arriba fueron los que activaron el trabajo de la casa del Señor. Esta edad de estos varones también es importante porque la ley de Moisés había puesto la edad de treinta años (Números 4:1-3, 4:3-47), pero fue David quien le cambió la edad de veinte años de servicios a los levitas (1 Crónicas 23:24), y de esta manera, bajo el liderazgo de Zorobabel y Jesúa, adoptaron la práctica revisada por David.
Con Zorobabel al frente de esta obra, los “hijos de Judá, como un solo hombre asistían para activar a los que hacían la obra en la casa de Dios”.
El entusiasmo era notorio. Los que conocían, o habían oído de las glorias de este templo, se han puesto como un “solo hombre” para llevar adelante el trabajo más importante hecho en ese tiempo: levantar otra vez el lugar donde la presencia del Señor vendría para bendición de su pueblo.
De esta manera, los levitas pusieron, algo así como “la primera piedra” en esta edificación. Lo que vendría después sería el gozo de ver por segunda vez la casa del Señor levantada.
Ya estaba el entusiasmo, ya tenían los recursos, ya estaban los hombres listos; ahora simplemente había que comenzar lo que se había esperado por 70 años.
Cuando se despierta el espíritu de trabajar para la obra, lo de más es cuestión de tiempo.
Desde lo mas profundo del corazón del pastor.