Riquezas Injustas
“Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia” (Santiago 5:5-6).
Santiago ha dedicado seis versículos para hacer una radiografía de los ricos avaros, indulgentes, insensibles y explotadores de los que han aumentado sus riquezas.
En la visión de los ricos de su tiempo no encontró nada para elogiarlos o reconocerlos como hombres filántropos, cuyas vidas, riquezas hayan sido compartidas con los menos afortunados de la tierra.
Los imperativos “llorad” y “aullad” serán los resultados de sus vidas egoístas.
“Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos…”. Qué descripción tan gráfica nos presenta Santiago con estos hombres cuyo amor por el dinero los llevó a perder el pudor por lo moral hasta llegar al desenfreno de una vida caracterizada por el derroche, el placer y hasta la lujuria.
He aquí la vida de los ricos que han hecho de sus riquezas un culto al placer de la carne y al libertinaje de una vida disoluta.
“…habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza…”. Santiago prosigue con la defensa de los pobres denunciando la actitud opresara de los ricos, enumerando sus modales y sus vidas disipadas. Su alimentación los había llevado a vivir engordando sus corazones, viviendo solo con la sabiduría de abajo y no la de arriba.
Se han engordado a sí mismos en sus delitos y pecados, como si fueran ovejas preparadas para el día de la matanza (Jeremías 12:3), o como vacas llevadas por ganchos al matadero (Amós 4:1, 2).
“Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia”. Santiago nos puso en contexto de la sociedad de su tiempo, y al compararla con la nuestra, nos damos cuenta de la similitud de la injusticia para con los pobres.
Muy a menudo, ellos no tienen poder, por lo tanto tienen muy poca satisfacción de la justicia de los hombres. Los ricos condenan a los pobres porque ellos no tienen poder para presentar resistencia.
Pero si bien es cierto que el pobre no siempre ve la justicia de los hombres obrando a favor de su condición de indefensa frente a los atropellos de sus superiores, quienes con sus riquezas pasan por encima de ellos, al final sus clamores son escuchados por Dios quien les garantiza enmendar cada mal de sus vidas y obrar en cada una de sus injusticias.
“Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo”
Desde lo más profundo del corazón de su pastor.