¿Cúal es la religión pura?

Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1:26-27).

Santiago le va a dedicar unos doce versículos al tema de la lengua en su capítulo tres, pero acá se adelanta para hablar de ella al abordar el tema de la religión. Lo hace siguiendo su línea de pensamiento respecto a hacer “hacedores de la palabra”.

Cuán importante le es al hombre controlar su lengua. Si habláramos menos pecáramos menos. Salomón ya lo había dicho en una de sus máximas: “El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio refrena su lengua” (Proverbios 10:19 NVI). Quien esto hace “engaña su corazón”. 

Santiago identifica en estos textos a un hombre religioso. ¿Quién es el? Por un lado, no es una referencia a los fariseos hipócritas, los cuestionamos por Jesús, sino más bien sino a fanáticos religiosos sinceros, pero siendo insatisfechos y estériles.

Otra manera de verlo es en aquellos que se preocupan más por los detalles en lugar del amor. Seguramente Santiago tendría en mente a creyentes legalistas o creyentes gnósticos, quienes confiaban más en su conocimiento, sin importarles mucho la manera cómo llevaban su vida espiritual.

Y es frente a religiosidad, carente de santidad y entrega, que Santiago nos introduce a una de las definiciones más completa acerca de la religión verdadera.

Para Santiago, si hay una “religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre”, que va más allá de un fanatismo religioso, sin piedad y amor por el prójimo. Esa religión verdadera se sale de los templos y va en busca de los más necesitados como lo son las viudas y los huérfanos. 

Como Santiago está hablando entre la religión falsa y la verdadera, al poner un contraste entre las dos, define a la religión verdadera como siendo “pura y sin mácula delante de Dios el Padre”.

Él no habla de una religión delante de los hombres, la cual siempre será impura y manchada. Esa religión promueve el pecado, especialmente el de idolatría. 

Esa religión verdadera se sale de los templos y va en busca de los más necesitados como lo son las viudas y los huérfanos.

Sin embargo, la religión verdadera no solo da una palabra de alivio a los afligidos, sino que los visita para conocer su condición, pero, además, los tiene bajo su cuidado y supervisión.

No es una religión de palabras, sino de hechos. Es la religión de los desamparos y los más necesitados del amor de Dios para sus vidas.

Y el otro aspecto de la religión “pura y sin mácula” considera a la persona misma. No se trata de hacer solo buenas obras, sino de vivir en santidad al mismo tiempo. “Guardarse sin mancha del mundo” acá significa una fe práctica: acción social y ética personal. 

“La verdadera religión es el adorno del alma, y ​​sus efectos, el adorno del vida”.

 Desde lo más profundo del corazón de su pastor.