Cuando el Enemigo se sale con la suya

“Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara. Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos, todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia” (Esdras 4:4-5)
En los versículos previos vimos una inusual propuesta de los enemigos de la reconstrucción del tempo, por añadirse también a esta obra, pero frente al rechazo y la postura firme de los de Judá y Benjamín, el resultado fue el de la puesta en marcha de una feroz resistencia, hasta detener la obra; y en efecto lo lograron. La obra del Señor se va a paralizar.
¿Qué hicieron los enemigos? Intimidaron “al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara”. La respuesta al rechazo de asociarse además de revelar sus intenciones malvadas, lograron un objetivo impensable: detener la obra ordenada por Ciro.
El asunto fue que, si no hubo una alianza, atacarían la obra trayendo gran desaliento en aquel entusiasmo inicial. Cuánta atención debe ponerse frente a la astucia del enemigo.
La palabra “desalentar” significa literalmente ‘debilitar las manos” (cf. Jeremías 38:4); y esto pasó con aquellos constructores. No fueron capaces de enfrentarlos con la osadía como lo hizo Nehemías al momento de la reconstrucción del muro.
Y para confirmar esta declaración, algunos eruditos creen que la cesación de la obra de reconstrucción del templo fue un claro ejemplo de una falta de fe en aquellos que llevaban acabo la obra.
La queja del profeta Hageo pareciera confirmar esto, porque fue durante este período de paralización de la reconstrucción del templo, cuando la mayoría de ellos se entregaron a la construcción y decoración de sus propias casas.
Esto fue la pregunta hecha por el profeta: “¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?” (Hageo 1:4). La obra del Señor sufre cuando no es la prioridad.
J. S. Wright, hablando de esa “frustración” y hasta desaliento de los trabajadores de la obra, ha dicho: “más de una vez ha resultado eficaz contra los que están empeñados en la obra de Dios, y los ha llevado a adoptar algún camino más fácil.”
Observe la puesta en marcha de la estrategia de los enemigos: “Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos […]. Los adversarios que sobornaron y detuvieron la obra, fueron los samaritanos que habían sido plantados en la tierra de Israel (2 Reyes 17).
El blanco de los ataques fueron los consejeros, los responsables de aquella encomiable obra. El soborno cambia la fe puesta en Dios, por el dinero de los hombres.
Los resultados de aquel frustrado propósito duraron quince años; fue exactamente “todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia”. Hasta dónde los enemigos del Señor pueden ser capaces de detener la obra del Señor.
Necesitamos la valentía de un Nehemías frente a la astucia de los que quieren paralizarnos.
Desde lo mas profundo del corazón del pastor.