Disfrutemos de la Vida que ahora tenemos

 A partir de ahora comenzamos una nueva serie de devocionales basado en el libro de Eclesiastés, el libro de la sabiduría y filosofía para la vida. Por lo general conocemos a Salomón como el hombre más sabio de todos los tiempos. En este libro se nos va a dar a conocer como el “Predicador”. La palabra en hebreo es “Koheleth” y conlleva la idea de alguien que puede juntar, dirigir o hablar a un grupo de personas. Analicemos al hijo de David bajo esta característica. 

“Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.  ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?” (Eclesiastés 1:1-3).

Se ha dicho que Salomón escribió sus Proverbios en su plena juventud, Cantares en su edad madura y Eclesiastés en el ocaso de su vida. Si esto es así, este libro justifica las palabras de inicio: “vanidad de vanidades, todo es vanidad”. Nadie fue más sabio ni más rico que Salomón, pero llegar a esta conclusión, es como la radiografía de un hombre cansado de la vida. Es la reflexión final que la vida no consiste en los bienes que tengamos o en los conocimientos de los que podemos hacer gala en el algún momento. La vida va más allá de estas dos cosas anheladas. 

La vida “bajo el sol” a la que hará el sabio referencias una y otra vez tendrá sentido si se centra verdaderamente en Dios. No será raro que al final de esta “melancólica” obra, Salomón llegue a la conclusión que el fin de su predicación es “teme a Dios, y guarda todos sus mandamientos” (Eclesiastés 12:13). El concepto de la vida según este predicador sería: “sigue la vida, un día a la vez; vive a plenitud cada amanecer”. Por lo tanto, el llamado del predicador será a gozar de lo mucho o lo poco que tengamos, pues no hay memoria después de todo lo que acá hagamos.

“¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?” es la gran pregunta de la vida. ‬‬La vida está llena de trabajo, esto es el resultado de la caída misma. A Adán  se le profetizó una vida dura, de allí la sentencia: con dolor comerás de ella todos los días de tu vida” (Génesis 3:17). Así que el único provecho de todo en lo que nos afanamos “debajo del sol” será de aquello que nos haga vivir con satisfacción. Lo que el predicador nos está previniendo es que solo vivamos para trabajar y no disfrutemos de ese esfuerzo; hacerlo así es vanidad.

Salomón, a diferencias de David, no nos habla mucho del cielo; su énfasis será totalmente terrenal. De hecho, la frase “debajo del sol” va a ser repetida 25 veces, como si con esto nos estuviera indicando que aprendamos a vivir en esta parte, donde están nuestras tristezas y amarguras, los afanes y los desafíos, los desencantos y las melancolías, las penas y las lágrimas; pero que una vez culminada, nos levantemos hacia lo alto, a la vida más allá del sol, donde no habrá más llanto ni dolor, ni tristeza, ni aflicción. 

Disfrutemos de la vida que ahora tenemos. Que el afán no nos haga seres infelices, sino que seamos sabios en vivir con lo que el mismo Dios nos ha dado en esta vida “debajo del sol”. 

Desde lo más profundo del corazón del pastor