Devocionales del libro de Eclesiastés 12

Devocional # 12

Ningún asunto es más importante que el tiempo, pues es a través de él que realizamos nuestra vida. Por lo tanto, la economía que hagamos de él determinara al final de todo cómo lo usamos o cómo lo invertimos. El tiempo jamás podrá ser recuperado. Nadie puede repetir un momento igual que otro; de allí aquellos tiempos cuando evocamos hermosos recuerdos, los que nunca quisimos que pasaran, aunque también hay malos recuerdos que no deben repetirse. 

“Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar…” (Eclesiastés 3:2,3).

Seguimos con la lista de las veintiocho actividades donde el tiempo pareciera constituirse en nuestro amo que nos lleva indefectiblemente a algún ocaso de la vida. Es como lo dijo Morgan: “Su incesante reiteración de las palabras, ‘Tiempo . . . tiempo . . . tiempo,’ tienen la intensión de indicar su sentido de monotonía en todas las cosas, en lugar de su variedad.”. No hay nada que hacer con el tiempo y su destino, pero lo que si debemos es saber cómo vivimos a través de él.

Así que hay un “tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado”. Observamos que el texto no dice ‘tiempo de plantar y tiempo de cosechar’. Esto debe estar incluido en este tiempo. Pero la idea de “arrancar lo plantado” es para mostrarnos que esto es lo que viene una vez que todo ya ha pasado. La tierra hay que prepararla otra vez para cuando venga el tiempo plantar, y así sigue el ciclo. Es la única manera como tenemos la siembra y la cosecha, la del sustento cotidiano. 

He aquí los otros tiempos: “Tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar…”. Cuando la Biblia habla  de “matar”  no se está informando que hay un tiempo para planificar algún asesinato, sino que tiene que ver con las guerras. Encontramos referencias en  la Biblia al “tiempo cuando se salía a la guerra”, ese era un tiempo de matar. Lo otro es una referencia a aquellos que en lugar de destruir, sanan al herido. Pero es de lo primero que está llena la tierra. Hay más tiempo para la guerra que para la paz. Necesitamos mas de la paz.

El tiempo es un regalo de Dios para que lo consumamos en nuestro crecimiento físico, emocional y espiritual. Pasamos una sola vez por esta vida. Después iremos directo a alguna eternidad. Pidamos a Dios que nos de sabiduría para administrar el tiempo para llegar a un final glorioso.

“Todo tiene su tiempo…”, y Dios “todo lo hizo hermoso en su tiempo”. 

Desde lo más profundo del corazón del pastor