Devocionales del libro de Eclesiastés 13

Devocional # 13

La experiencia por la que Salomón pasó y luego la disertación que hace acerca del tiempo, donde hay un principio y un fin, nos deja claro que los bienes materiales no son los que le dan al hombre la  felicidad del alma, aunque ellos sean imprescindibles. Así concluimos que la verdadera felicidad reside en valorar el tiempo y emplearlo para vivir al máximo. He aquí las otras maneras donde el tiempo ocupa nuestra atención, sin que esto cambie en nada. 

“…tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar…” (Eclesiastés 3:4-6).

Salomón supo que hubo un “tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar…”. El tiempo de la muerte descritos anteriormente, llevan al tiempo de llorar y de endechar. Esto forma parte de las reacciones humanas con las que batallamos todos los días. En esta vida “debajo del sol” los tiempos de llorar y endechar parecieran ser los que más abundan. En un mundo de tantas desigualdades, de guerras, de fenómenos naturales y ahora con la presente pandemia, el tiempo de llorar y endechar se hace más frecuente entre nosotros.  

Pero contrario al tiempo de endechar tenemos “tiempo de bailar”; este es el que les gusta a muchos. Este es el tiempo de un fin de semana o que el que se espera que surja en una fiesta, matrimonio o aquello donde está presente las bebidas y la vida disoluta. ¿Pero a que se refiere esto? El baile acá era una referencia a la danza oriental, que era un tiempo de gozo. No es una referencia al baile sensual y vulgar que muchos “gozan” hoy. Ese tiempo era esperado. Era el tiempo de las fiestas judías, las que gozaban del contentamiento divino.

Salomón solo conocía los tiempos de reír y los tiempos bailar por su extravagante vida, pero desconocía la palabra “gozo”, aquella que vino como resultado del fruto del Espíritu, la que nos permitiría contentarnos cualquiera fuera nuestra situación. Ese es el tiempo que ahora gozamos. Es ese tiempo a solas con el Señor por en “tu presencia hay plenitud de gozo”. 

Si nuestro gozo es santo, porque viene del Espíritu, entonces que no pare la fiesta.

Desde lo más profundo del corazón del pastor