Devocionales del libro de Eclesiastés 16
Devocional # 16.
La fisiología que nos deja Salomón en este capítulo es que si tenemos la expectativa de felicidad en un mundo que constantemente cambia, seremos conducidos a un fatal desengaño. Así que frente a la manera lacónica como describe el sabio el tiempo, el plan total de Dios para el gobierno del mundo es completamente distinto, justo y bueno. Por lo tanto, el tiempo es dado para hacer algo; nadie es enviado al mundo para estar ocioso. De allí la presente pregunta.
“¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?” v. 9.
Aunque la respuesta a esta retórica pregunta es ningún provecho, lo que sabemos es que nuestro mundo fue hecho de una manera ordenada, como lo indica el párrafo anterior, pero el hombre no tiene provecho en su trabajo porque no reconoce debidamente estos tiempos, ni tampoco entiende la creación para saber usarla como corresponde. Si el hombre no obra sabiamente, y tiene provecho en lo que trabaja, entonces esta pregunta tendrá que aplicársela personalmente.
La pregunta que Salomón hace dentro de la mejor definición que alguien haya dado acerca del tiempo y su sentencia, nos lleva a otras preguntas que deben ser objeto de nuestra reflexión para entender el pensamiento del sabio. Ellas serían: ¿De qué sirve todo esto? ¿Para qué luchar? Si el trabajo que hago cotidianamente no me sirve sino para pagar mis deudas, o acumularlo de una manera avara, sin que satisfaga mis necesidades, como, por ejemplo, tomarme unas vacaciones o para satisfacer las necesidades de mis amados, entonces la pregunta de Salomón estará justificada. El afanarnos con el trabajo sin disfrutarlo, es vanidad de vanidad.
Mis amados, si algo aprendemos de todos los planteamientos es que debemos aprovechar lo que hacemos “debajo del sol” antes que nuestros días se acaben. De nada sirve que vivamos toda una vida llena de afanes, preocupaciones, desvelos, sufrimientos, y así pasemos, sin que tengamos tiempos de calidad, de regocijo, de satisfacción. Si parafraseamos el texto que nos dejó Jesús diríamos, de qué nos sirve granjear el mundo si al final no vivimos con satisfacción; esto también es vanidad. Así que no vivamos tanto para trabajar, sino trabajemos para vivir.
Que el afán de cada día nos conduzca en aprovecharlo para una vida de calidad. Amén.
Desde lo más profundo del corazón del pastor