Devocionales del libro de Eclesiastés 19

Devocional # 19

Seguimos estudiando el cautivante libro de Eclesiastés, el cual lejos de ser una obra pesimista, frustrada o derrotista, como algunos ligeramente la han clasificado, más bien es un escrito que nos presenta la vida “tal como es”; es, por tanto, un libro existencialista, viendo más bien  su contenido bajo una correcta interpretación, como un sabio escrito donde podemos encontrar luz para vivir felices en un mundo de constantes malas noticias. Sigamos al sabio en su contenido.

“He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres. Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó” (Eclesiastés 3:14, 15).

Salomón pareciera ahora pasar de ser un escritor pesimista y deprimido, por la monotonía de la vida, a un teólogo que ve a Dios como la razón de ser todas las cosas, atribuyéndole a Él su exclusiva sabiduría en haber hecho todo sin que nadie tenga la potestad de cambiar nada de lo que soberanamente ha sido hecho. Por más que el hombre invente, crea o modifique, los planos y el diseño de todo lo que Dios hizo permanecen inalterables sin que falte cosa alguna, 

Lo primero que nos ha dicho es que “todo lo que Dios hace será perpetuo”, porque todo buen don viene de Dios. ¡Qué Dios tan magnífico!  Lo que hace tiene el sello de la perpetuidad. El nos ha dado el más grande don del cielo en la persona de su Hijo Cristo; y nadie nos podrá quitar esto, porque nos ha sido dado como su más grande don de amor y perdón de nuestros pecados, para decir finalmente: “¿quién nos separará del amor de Cristo?” (Romanos 8:35). Salomón no habla mucho del Mesías como lo hizo su padre, pero sabia que Dios tiene un plan perpetuo. 

¿Qué es lo que Salomón ha entendido ahora que se levanta?  Pues que las acciones de Dios son permanentes. Que si bien lo que vemos ahora pronto será destruido, sus planes son perpetuos y eso nadie lo cambia. Pero también que las acciones de Dios son efectivas y completas. Nadie podrá añadir nada sobre lo que ha sido creado. En todo caso el hombre lo de hacer es alabar y glorificar las obras de Aquel que todo lo hizo hermoso en su tiempo. 

¿Y cuál es la razón para todo esto? “para que delante de él teman los hombres”. De esto deducimos que en lugar de querer quitar o añadir a la palabra que nos ha sido dada, por ejemplo, el hombre debería temer a Dios. Este es el continuo llamado que nos deja la palabra al mostrarnos a Dios que es eterno, que no cambia y que todo lo hizo para nuestro bien. 

Por lo tanto, no hay nada que podamos hacer sino obedecer al amado Dios porque también “aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya”. El hombre más que desafiar a Dios por ignorancia, debiera rendirse a Él, porque Dios siempre tiene misericordia de él, por lo menos esta es la aplicación de estas palabras finales: “Dios restaura lo que pasó”. Él es especialista en hacer nuevas todas las cosas, incluyendo el corazón del hombre que lo ignora.

Si Dios ya lo ha hecho todo perpetuamente, ¿no sería sabio que el hombre lo ame y lo siga para vivir con Él en lo que ya ha diseñado, hablando de aquella vida más allá del sol? 

Desde lo más profundo del corazón del pastor