Devocionales del libro de Eclesiastés 22

Devocional # 22

Salomón nos dijo anteriormente que Dios hizo todo hermoso en su tiempo. Su queja y su larga letanía no es por esto, sino por la manera cómo el hombre vive y aprovecha la hermosura de su creación. Bien se puede concluir que Dios hizo todo con tal sabiduría que no habría razón para que el hombre viviera de una manera infeliz y sin propósito. Es por esto por lo que Salomón sigue reafirmando a Dios en lo que ha hecho, todo para que el hombre esté satisfecho.

“Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él… Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor” (Eclesiastés 3:10, 12-13)

En el estudio y en la experiencia de su vida, Salomón vio el regalo que Dios le ha dado a los hombres a través de su trabajo “para que se ocupen en él”. El trabajo como don de Dios es para su satisfacción. Los avaros no disfrutan de lo que hacen y tienen, porque su deseo continuo es satisfacer su ego, su vana gloria, más no su espíritu.  Es cierto que hay trabajos que parecieran no producir tal satisfacción, sino una pesada carga, pero en la medida que somos buenos mayordomos de lo recibido, entenderemos la premisa de lo que el sabio nos plantea acá.

Por la experiencia de la que Salomón gozó a través de sus bienes, y de cómo fue rodeado de los dones del cielo, su conclusión respecto al tema del trabajo es que no hay para los hombres “cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida”. Y si bien para el Predicador muchas cosas son “vanidad de vanidad”, su recomendación es para que el hombre goce de ellas en el presente. Que no se tome tan en enserio en lo que se ocupa que no tenga tiempo para disfrutar de la vida. 

Otra vez Salomón repite la misma idea del trabajo al decirnos que es un regalo de Dios “que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor”. Como todo lo demás que es bueno en la vida, esta capacidad para encontrar alguna satisfacción en nuestro trabajo es “don de Dios”. Por lo tanto, no hay nada malo que el hombre disfrute sanamente de todo lo que Dios le ha dado. 

Observemos los verbos que el sabio usa para esta satisfacción: comer, beber y gozarse. Por supuesto que Salomón no nos está convocando a algún desenfreno de la carne, donde esté presente el pecado, sino de la satisfacción que genera mi esfuerzo y mi ocupación en cada trabajo, aunque muchos de ellos sean pesados y tediosos. Las palabras hacer bien deberían traducirse “disfrutar de la vida” (VP). De esta manera aquí no hay indicios de que se ponga algún requisito de calidad moral para recibir el regalo de Dios del gozo. 

Disfrutemos del don de Dios que viene del trabajo, esa es la recompensa en esta vida temporal. 

Desde lo más profundo del corazón del pastor