Devocionales del libro de Eclesiastés 23

Devocional # 23

Si algo le debemos a Salomón fue su empeño en describir la visión que tuvo del tiempo y la manera cómo estudió el comportamiento de Dios como Hacedor de todo lo que vemos. El llegar a ser un investigador acucioso de todo lo que sucede “debajo del sol”, hasta concluir que todo lo que Dios ha creado no cambia, le permitió emitir un juicio de valor para que el hombre reconozca a Dios y no sea un ignorante acerca de dónde proceden todas las cosas.  

 “He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres. Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó” (Eclesiastés 3:14-15).

Actuando ahora como teólogo, Salomón nos da una visión del propósito de lo que Dios ha hecho, hasta presentarlo como el ser eterno que está más allá del sol.  Por un lado, nos dice que lo que Dios hace será perpetuo. Esta declaración en la llamada “economía divina” tendrá que ver con aquello que no perecerá, lo que ya ha reservado que desconocemos, porque la misma creación llegará a su fin de acuerdo con el testimonio de Pedro en su segunda carta (2 Pedro 3:7).

El comentarista Eaton, hablando de ese entendimiento que tuvo el sabio respecto a Dios y su obra, ve tres de las acciones de Dios destacas especialmente en el versículo 14. Por un lado, nos dice que las acciones de Dios son permanentes (será perpetuo). En segundo lugar, nos dice que las acciones de Dios son efectivas y completas (sobre aquello no se añadirá) y en tercer lugar, nos dice que las acciones de Dios son totalmente seguras (ni de ello se disminuirá). 

En una aplicación para la vida cristiana de estos textos podemos ver que hay cosas que por más que queramos ––oremos, declaremos o hagamos––, sencillamente no cambiarán, porque Dios en su soberana voluntad así lo ha determinado. Al entender y aceptar esto comprenderemos que nuestra posición en la creación es la reconocer que somos hombres y no dioses. Entender, pues, que hay cosas que jamás cambiaran no debe ser motivo de frustración, sino más bien de descanso, porque a fin de cuenta Dios sigue siendo el mismo y está en control de todo. 

De manera que no podemos ni añadir ni quitar a lo que ya está hecho. El hombre necio trata de desafiar a Dios pretendiendo modificar lo que Él ha hecho, esto lo vemos en los asuntos genéticos y las alteraciones del ADN, pero al final lo que él inventa para probar que puede compararse con Dios, al final se da cuenta que su ignorancia no puede competir con la sabiduría de Dios. Sin embargo, el hombre sabio reconoce a Dios de quien proceden todas las cosas. 

La razón por la que Dios ha hecho todo, sin que nadie pueda añadir o disminuir a ya hecho, es para “que delante de él teman los hombres”. Que así actuemos al ver Su hermosa creación. 

Desde lo más profundo del corazón del pastor