Devocionales del libro de Eclesiastés 27

Devocional # 27

Llegamos al final del capítulo 3, en su larga disertación del tiempo, el bien más preciado con el que contamos en esta vida “bajo el sol”. Un resumen de todo lo comentado nos llevará a decir que el hombre no tiene excusa para decir que “no tiene tiempo para nada”, porque “todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del sol tiene su hora”. Por lo tanto,  no es que nos falte tiempo, si no, cuán disciplinado somos en saber usarlo. He aquí la conclusión del sabio. 

Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?” (Eclesiastés 3:22).

Salomón previo a este último versículo nos ha hablado que la muerte le pone fin a esta vida determinaba por el tiempo, hasta convertimos otra vez en el polvo del que fuimos creados; por esta razón al hombre se le recomienda  “alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte” en la tierra. Y esa parte significa “porción, ración o pedazo”. En efecto, esto es para el hombre de especial relevancia por la brevedad de su vida. Lo que se espera es que el hombre natural disfrute “su parte”, porque él desconoce su futuro, incluyendo la vida después de la muerte.

Es cierto que Salomón hablará sobre lo que le espera al espíritu en el capitulo 12:7, pero por ahora, lo que hace es animarnos para que disfrutemos de nuestro trabajo. El asunto es que aceptemos la parte que Dios nos ha dado en esta vida, y en cuanto al futuro pongámoslo en las manos de Dios. Fuimos llamados para una satisfacción sana. No nos quitemos ese derecho. 

“¿Quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?”. Era obvio que Salomón, al igual que el resto de los israelitas, desconocía el juicio de Dios después de esta vida con sus recompensas. Esta era una doctrina más del Nuevo Testamento, y por eso nos habla de esa manera.  Sin embargo, lo que ahora sí sabemos es que hay una vida más allá del sol, una vida que Dios la ha preparado, y que Jesucristo la confirmó de acuerdo con Juan 14:1-3.

Así que, si por alguna razón no podemos disfrutar de esta temporal vida, vivamos con la certeza de que pronto estaremos en la “casa de mi Padre” para el disfrute de sus moradas eterna.

  Desde lo más profundo del corazón del pastor