Devocionales del libro de Eclesiastés 34
Devocional # 34
En este capítulo vemos al Predicador darle un giro a su mensaje, especialmente por el tema repetitivo del capitulo anterior, cuyo énfasis fue más en la visión pesimista de la vida, presentando al hombre carente valores y lleno de injusticias. Ahora lo vemos en una dimensión de un adorador, por lo menos en los primeros textos del pasaje. Así comienza su exhortación.
“Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal” (Eclesiastés 5:1)
Si alguien conocía bien la casa de Dios era Salomón. Ella fue su gran obra al comienzo de su reinado. Muchas de las riquezas que ostentó fue para la construcción de una de las siete maravillas de su tiempo. Así que con autoridad nos deja el consejo de cómo ir y qué hacer al entrar a la casa de Dios, sobre todo de guardarnos para no ofrecer una adoración vacía.
Estas palabras ponen su énfasis en la actitud que todos debemos tener al momento de venir a la casa del Señor. No es cualquier cosa el entrar en su santuario. Es más, Salomón nos advierte con esto que hay un peligro en la adoración si mi actitud es irreverente, y sin la conciencia que “Jehová está en su santo templo”. Cómo me acerco a Dios es el planteamiento del Predicador.
“Acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios…”. Aparte de cuidar mis pies al venir a la casa del Señor, debo también cuidar mi boca y acercarme más para oír. La verdad es que muchas veces somos más propensos para hablar, que para prestar atención y preparar el corazón par oír lo que Dios desea decirnos. Lo que se nos está advirtiendo es que tengamos cuidados en nuestra adoración para no ser parte del sacrificio irreverente de los necios.
El asunto es que, por cuando vengo a un encuentro con mi Dios, y en ese encuentro traigo mi sacrificio, mi ofrenda como adorador al igual que el israelita cuando traía sus ovejas al altar, aquel debería ser el momento más solemne del culto a mi Dios. De manera que si me doy cuenta de que mi corazón no está en ese sacrificio, pudiera estar menoscabado ese momento al ofrecer una adoración de labrios fingidos, pero mi corazón estar lejos de Dios. Nada es más importante que revisar el culto que le doy a Dios. Que mi adoración sea en espíritu y en verdad.
Acercarnos para oír lo que Dios quiere decirnos, por lo tanto, dejemos que Él nos hable.
Desde lo más profundo del corazón del pastor