Devocionales del libro de Eclesiastés 34

Devocional # 33.

Con la entrega de hoy llegamos a la parte final del capítulo 4 de Eclesiastés. Salomón nos ha presentado la  visión del mundo en el que vivió, que si bien es cierto él mismo no sufrió las injusticias y calamidades que ha descrito, el cuadro que nos ha dejado no difiere en nada de lo que ahora mismo vivimos, porque el hombre ha sido injusto todo el tiempo. Así prosigue. 

“Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquél. No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 4:15-16).

Lo que uno sigue viendo en esta parte final es la naturaleza transitoria de la fama. Pero de momento no estamos claros si se trata de dos jóvenes que suceden a un rey anciano o insensato, o si se trata de uno. De igual manera hay cierta ambigüedad si se trata solamente del joven pobre pero sabio (v. 13ª) o al rey viejo y necio (v. 13b). Así que sería mejor que lo veamos como lo presenta nuestra versión de un muchacho pobre y sabio, que salió de la pobreza, aunque en su reino del rey viejo nació pobre. Es verlo de una posición baja a una gran popularidad. 

“No tenía fin la muchedumbre que le seguía”. Si esto lo aplicamos a alguien como José en el palacio del faraón, nos encontramos con una gran similitud pues él nació en una familia totalmente disfuncional, después salió de la cárcel para ser rey, y la muchedumbre que le seguía no tenia fin, sobre todo porque él era el hombre que satisfizo el hambre que se desató en Egipto donde llegó por la voluntad divina. Así que, en su caso, José llegó a ser el Señor de innumerables súbditos, de allí la expresión no hubo fin de toda la gente que le seguía. 

Sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él”. Esta parte no aplicaría a lo anteriormente dicho del “joven pobre” que subió a la grandeza, porque los que vinieron después de él sí estuvieron contentos por la obra que hizo, y el legado que dejó, especialmente para su familia. Así que esto se aplica finalmente a una ley de la vida que, de acuerdo con el v. 13, mejor es ser pobre y sin influencia, que ser pobre e influyente. 

Y ¿cuál es la razón para esto? Porque de acuerdo con la visión de la vida misma, el poder, la influencia y el prestigio son transitorios. La idea del pasaje pareciera sugerir que el deseo de obtener prestigio y prosperar, que son dos constantes motivaciones que la gente tiene para trabajar, son igual que la envidia y la codicia, con el resultado que esto también llega a ser vanidad y aflicción de espíritu”.  Tiene, entonces, que haber algo mejor que esta vida. 

Y lo que Salomón llama “mejor” sigue siendo transitorio. Porque en verdad lo mejor y perdurable es lo que nos espera. No nos conformemos a esta vida. Viene un mundo mejor. 

Desde lo más profundo del corazón del pastor