Devocionales del libro de Eclesiastés 43

Devocional # 43

Salomón prosigue su discurso acerca de la vida y su vanidad al mostrarnos que si bien el hombre podía tener todas las apariencias de una vida buena, aún así no vivir con satisfacción. Que si bien se podía tener aquello que los hombres sueñan (la figura de muchos hijos sería uno de esos sueños), y hasta muchos años, pero aún partir de esta vida sin ser notado y sin estar satisfecho. Entonces, la gran pregunta seguirá siendo ¿dónde está el sumo bien de la vida?

“Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un abortivo es mejor que él. Porque éste en vano viene, y a las tinieblas va, y con tinieblas su nombre es cubierto.  Además, no ha visto el sol, ni lo ha conocido; más reposo tiene éste que aquél.  Porque si aquél viviere mil años dos veces, sin gustar del bien, ¿no van todos al mismo lugar? Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su deseo no se sacia” (Eclesiastés 6:3-7).

 Es posible que para muchos hoy día esto de “engendrar cien hijos” quizá no representa lo mismo que ayer, al igual que una larga vida, como esto era de tanta honra y de entrañable deseo   para los hebreos. Pero lo que el sabio nos advierte es que aún con estos agregados, el hombre no es capaz de disfrutar sus riquezas, familia, y vida. La felicidad está más allá de los bienes poseídos. 

Si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura…”. La impresión que deja este texto es que Salomón está describiendo a un hombre rico que hace a un lado su propio gozo y todo lo concentra en sus hijos, pero ellos no son agradecidos, hasta el punto de que ni siquiera honran a su padre con un funeral apropiado, lo cual era considerado como un deber sagrado entre el pueblo judío. Si esto es así, Salomón estaría concluyendo que el hombre está frustrado en la vida y aún en la muerte, por eso va a decirnos: “yo digo que un abortivo es mejor que él”. 

El punto de Salomón, y es lo que tiene que ver con esa vida “debajo el sol”, es que el hombre busque y logre gozar del bien. Que no viva de una manera miserable, especialmente vivir fuera de Dios sin poder disfrutar de los dones que Él recibe. El ejemplo del aborto no podía ser más ilustrativo. Esa vida nació en una sepultura y al salir va a otra. Esa criatura no ve el sol y al final nada sabe de las penas del hombre que vive tanto, pero que sus años son de trabajo y sin poder disfrutar de toda su labor. Tal persona “en vano viene, y a las tinieblas va, y con tinieblas su nombre es cubierto”.  Entonces, un abortivo es mejor que él. ¡Qué ironía de la vida! 

Y aunque el hombre “viviere mil años dos veces” su vida sería de miseria, a menos que Dios le de el don de disfrutarla. Mis amados, este es el principio que se esconde en todo este texto. ¿De qué le sirve al hombre llenar su vida de bienes, sino lo llena con Dios? ¿De qué le sirve trabajar si no puede disfrutar lo que ha acumulado? “Gustar el bien” debe ser la meta en esta vida. 

La vida no tiene que ser un continuo cansancio físico, sino un regocijarse siempre en el Señor.   

Desde lo más profundo del corazón del pastor