Devocionales del libro de Eclesiastés 45

Devocional # 45
Esta es la última parte del capítulo 6 de este maravilloso libro de Eclesiastés. Salomón nos presenta un resumen de la vida “abajo del sol”. Otra vez, el sabio sigue mostrando a un mundo que parece tedioso, donde nada cambia, y que el hombre, el actor de esa vida, es el que vive bajo la sombra de esos siclos sin que otra cosa acontezca. He aquí una visión pesimista de la vida “abajo del sol”. De aquella que desconocía la que estaba más de los afanes de esta tierra.
“Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe que es hombre y que no puede contender con Aquel que es más poderoso que él. Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre? Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?” (Eclesiastés 6:10-12).
“Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre”. Con esta declaración volvemos a ver a un Salomón pesimista y fatalista acerca de la soberanía de Dios. Pero lo que más sabemos es que Dios está en control de todo, y lo que uno llega a ser en esta vida es debido a que el Dios todo poderoso le ha dado ese nombre. Por esto el hombre “no puede contender con Aquel que es más poderoso que él”. Sus designios y sus asignaciones son potestad suya, no del hombre.
Así que es una necedad del hombre tratar de ir en contra de la voluntad de Dios, al pensar que puede ignorar las lecciones del pasado. Dios es el mismo de ayer y no cambia. De modo que no importa lo que hagamos, simplemente no podemos competir con Dios y sus planes. Bien haría el hombre en no oponerse a Dios, sino confiar en él y persistir en permanecer cerca de él y de su palabra, pues haciendo esto evitará caer en las palabras de los necios.
“. Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre?”. Una de las cosas que uno percibe en este texto es que la frustración de Salomón está enraizada en el entendimiento de que el hombre es solamente hombre, y que Dios es solo Dios. De esta manera, Salomón pareciera concluir que la vida era como un juego que no podía ser ganado. Las tantas cosas que multiplican su vanidad al final harían que el hombre no fuera mejor.
“Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra?”. Los razonamientos de Salomón lo llevaban a ignorar al Dios de toda provisión. Ciertamente la vida del hombre es “como sombra”, porque así de breve es su vida, pero en esa brevedad Dios es su sustento, su abrigo y su todo. ¡No! el hombre no está solo ni tiene un destino fatal al que va sin que tenga alguna esperanza.
“Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?”. Bueno, Dios es nuestro Maestro que nos ha enseñado y mostrado la vida feliz que se levanta más allá del sol.
Frente al pesimismo sin salida, levantamos nuestros ojos al cielo de donde viene nuestro socorro.
Desde lo más profundo del corazón del pastor