Devocionales del libro de Eclesiastés 46

Devocional # 46
Salomón ha dejado el tema de las riquezas y su uso para ir al tema de lo que realmente será mejor para la vida. A través de una serie de proverbios va a mostrarnos que hay cosas en la vida “debajo del sol” que el hombre debiera buscarlas, perseguirlas y alcanzarlas, porque de ellas pareciera depender su felicidad. Veamos cuáles son.
“Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento. Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón. Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón” (Eclesiastés 7:1-3)
La mirada del sabio ahora es la de contrastar una cosa con la otra, la de comparar lo que es mejor para la vida, con aquello que al final se acaba pronto o se convierte en sufrimiento. Salomón nos presenta el camino de lo “mejor” después de haber pasado un largo rato desanimado, como si estuviera en modo de luto, para luego hablarnos de lo que debemos escoger como verdadero.
En esta parte el usa la palabra “aceite” (ungüento), que era un símbolo de gozo (9:8) y prosperidad, y a su vez va a usarla como metáfora para hablar de la reputación de una persona, hasta combinar los conceptos de gozo, prosperidad y reputación con los de la “muerte y el nacimiento”. Para el sabio “mejor” es llegar al final de la vida con una buena “buena fama” que tener un comienzo feliz y prometedor (es la idea del perfume), pero que pronto se acaba. Un buen perfume no es siempre sinónimo de una vida feliz. El perfume siempre es pasajero.
¿Por qué el día de la muerte es mejor que el nacimiento? Porque para el creyente será el fin de su tristeza y de su incertidumbre. La muerte dará lugar a todo lo nuevo; por lo tanto, no será el fin, sino el verdadero comienzo. Pablo dijo que estar con Cristo es muchísimo mejor. Ciertamente le agradecemos a Dios por la vida que nos dio, pero ahora con la muerte, le agradecemos por la vida nueva que nos dará. Sí, es mejor la muerte que el nacimiento.
¿Por qué es mejor “ir a la casa del luto que a la casa del banquete?”. Salomón da su propia respuesta: “porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón”. Cuando reflexionamos acerca de la muerte nos damos cuenta lo frágil y corta que es la vida. Y es allí en la “casa del luto” que nos damos cuenta de que la paga del pecado es la muerte (Romanos 5:12). La casa del banque solo sirve para satisfacernos, no para consolar a otros.
¿Por qué “es mejor el pesar que la risa?”. Otra vez, Salomón nos da su propia respuesta: “Porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón”. Son los momentos de tristeza que hacen que pensemos seriamente. Esta declaración también sugiere, como dijo Berk, que “un buen llanto alivia la carga emocional”. El lloro mostrará al final el verdadero rostro que la risa muchas veces oculta. La tristeza del rostro al final hermosea el corazón, por eso es mejor.
Las cosas mejores de la vida no siempre son las que más amamos, sino las que más nos ayudan.
Desde lo más profundo del corazón del pastor