Devocionales del libro de Eclesiastés 47

Devocional # 46

 Salomón sigue con su línea de pensamiento, que el hombre encuentra mayor sabiduría en la adversidad y el sufrimiento, que en la tranquilidad y el confort. Ahora toma como ejemplo la vida del necio para decirnos lo que no debe ser imitado, contraponiendo con esto la vida del sabio, la que debemos seguir porque nos ayudará a vivir mejor en nuestra diaria cotidianidad. 

“Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios. Porque la risa del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y también esto es vanidad”

(Eclesiastés 7:5, 6).

La Biblia de Jerusalén traduce este texto así: Más vale oír reproche de sabio, que oír alabanza de necios”. Porque el reproche de un sabio será para corregirnos, mientras que alabanza de los necios tiene como fin adularnos, y hasta festejar lo que hacemos mal.   Un necio no se ayuda ni tampoco ayuda a los demás. En lugar de enfrentar el mal y corregirlo, se ríe de él. Así que, aunque la crítica sea dura y produzca tristeza, “mejor es oír la reprensión del sabio”. 

Además de la “canción del necio”, Salomón nos habla de su risa que, a diferencia de la risa del sabio, la suya es “como el estrépito de los espinos debajo de la olla”.  La risa del necio es parecida al quemar de los espinos; al principio hay un gran ruido, un gran clamor, para luego ser extinguidos rápidamente. Así es comparable la alegría de la vida, la que representa a los necios; son ruidosas, centelleantes y transitorias. Es deber nuestro buscar la alegría del sabio.

Para qué le sirve al necio reírse en el camino de la vida, pensando sólo en divertirse, si no termina llevando una vida seria. Es, en efecto, como un fuego con espinos que pueden dar un sonido fuerte y crujiente, pero dura tan poco. La risa del necio será siempre vana y vacía.

El comentarista Trapp lo expresó de una manera muy ilustrativa, diciendo: “Sus burlas también son sucias en comparación con los espinos, porque ahoga los buenos motivos, garabatea la consciencia, alberga las alimañas de la lujuria.”. 

La sabiduría que se esconde en este proverbio es que aquello puede ser ruidoso y alegre, al final no cocina el alimento. De qué le sirve el fuego a la olla si pronto se quema. De qué sirve la risa pasajera si al final no anima al alma abatida. Salomón concluye que esto también es vanidad. 

La alegría del necio es rápida y vacía, la del sabio perdura en el tiempo, sigamos esa alegría.

Desde lo más profundo del corazón del pastor