Devocionales del libro de Eclesiastés 48
Devocional # 47
Anteriormente Salomón nos ha hablado de la actuación del sabio a la hora de amonestarnos. en contraste con lo que hace el necio, sobre todo cuando su canto y su risa es pasajera y no aporta ningún beneficio a la vida, especialmente a la hora de un buen consejo. En esta otra parte sigue con su tema acerca del sabio, pero bajo una visión distinta. Veámosla.
“Ciertamente la opresión hace entontecer al sabio, y las dádivas corrompen el corazón” (Eclesiastés 7:7)
Si seguimos el contexto inmediato notaremos que Salomón pareciera seguir hablando de la influencia de los necios en la vida de los sabios, cuando estos se dejan llevar por la tentación del momento o el cohecho que siempre está a la orden del día. El sabio pareciera decirnos que, aún ellos con su sabiduría pudieran quedar atrapados en un momento de sus vidas, sobre todo cuando se sienten presionados por alguna fuerte adversidad.
“La opresión hace entontecer al sabio…”. Sorprendentemente el Predicador nos hace ver una realidad que ocurre a menudo. Hay una especie de un rol instructivo en la adversidad. No siempre se puede aguantar el sufrimiento de una manera estoica sin que el mismo tenga su limite. La intensidad de un momento de profunda prueba podría destruir la razón del sabio.
“Las dádivas corrompen el corazón”. Aun los hombres más íntegros y sabios a la hora de enfrentar un soborno pudieran caer en la tentación de ceder para “resolver” alguna situación en su vida, y al final echar por la borda los principios que han sustentado sus vidas. Otra versión traduce este proverbio así: “La extorsión vuelve necio al sabio, y el soborno corrompe el corazón” (NTV). El dinero tiene la misión de corromper hasta los más santos.
Una de nuestras mayores batallas debe ser que nuestro juicio no sea alterado por circunstancias fútiles; por presiones banales que den al traste con los valores que nos han dado identidad y razón de ser. Que no caigamos en hacer decisiones erróneas y decir cosas equivocadas debido a presiones emocionales. Ya Jesús lo había expresado antes: “Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” (Mateo 5:37).
La integridad de nuestra vida no es un producto al que se le pone precio. Ella no se vende.
Desde lo más profundo del corazón del pastor