Devocionales del libro de Eclesiastés 49
Devocional # 49
Salomón nos sigue llevando a través de este capítulo siete de una manera contrastada por las cosas que son “mejores” para la vida. Atrás ha dejado su tema de sus quejas entre el hombre que tiene mucho y no lo aprovecha, de las riquezas comparas con la pobreza, y del sabio y del necio, para revelarnos que hay cosas mejores que las anteriores, de allí su propuesta.
“Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu” (Eclesiastés 7:8).
“Mejor es el fin de un negocio que su principio”. Con este proverbio Salomón nos muestra que mejor es una tarea terminada que una que ha quedado incompleta. La sugerencia del Predicador es que no andemos saltando de un proyecto a otro con la esperanza de obtener un éxito repentino. El asunto es que debemos esperar más el fin de las cosas que el principio, aunque el principio no haya sido tan exitoso. Muchos éxitos han estado precedidos de grandes fracasos.
Ciertamente todo comienzo no es fácil, pero nuestro tema no es lo que ya ha pasado, sino lo que queda por venir. La verdad es que lo que pasó ya quedó atrás, pero sí podemos hacer mucho con lo que nos queda todavía por delante. Esto lo puedo aplicar a la vida hasta ahora transitada. Pueda que mi vida no haya sido como una alma noble, puede que haya tenido muchos defectos y debilidades, pero debo recordar que mejor es el final que el principio.
La vida te presenta un nuevo “hoy” con el que tienes oportunidad de acabar mejor tu ayer. No siempre tienes que vivir en tu pasado, la oportunidad de tu “hoy” mejorará lo ahora comienzas. Si no eres un hijo de Dios, hoy tienes ocasión de pasar de muerte a vida. Tu final es lo importante, no lo que hiciste ayer. Hoy es el tiempo aceptable; el “día de salvación”.
“Mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu”. Porque el que se humilla será exaltado, pero el altivo de espíritu será humillado. El sufrimiento del espíritu nos hace ver cuán necesitado estamos del Señor, mientras que la altivez de espíritu no conoce de Dios ni de humildad. El espíritu quebrantado no desprecia el Señor, pero al altivo mira desde lejos. El dolor nos permite conocer mejor a Dios, mientras que la altivez nos aleja de Él. \
El fin del negocio y el que sufre en su espíritu, al final disfrutarán de mejores resultados.
Desde lo más profundo del corazón del pastor