Donde no habrá aflicción de espiritu

En el testimonio final de este mensaje, donde el predicador nos deja su propia visión de la vida, se levantan obligadas preguntas para los que no tuvimos la sabiduría ni las riquezas del gran rey de Jerusalén. Por ejemplo, ¿cómo es que la sabiduría puede ser usada para los desvaríos de la vida? ¿Por que Salomón llega a esta conclusión como si al término de sus días ya lo que desea es la muerte, después de haber disfrutado tanto de la vida? Consideremos lo que dijo. 

“Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia. Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu. Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor” (Eclesiastés 1:16-18).

Cuando Salomón dice: “Hablé yo en mi corazón…”, es una forma natural de ver a alguien que busca por una respuesta terrenal, pero apartado la perspectiva eterna. He aquí la diferencia de buscar adentro nuestras vidas por respuestas, en lugar de buscar a Dios que gobierna en la eternidad. Salomón admite que nadie lo igualó en grandeza y en sabiduría, pero que al final, el más pequeño de esta tierra, pudiera llegar a ser más grande que él si su corazón lo inclina a buscar la sabiduría de arriba, la que Dios nos da abundantemente y sin reproche. 

Cuando leo estas líneas melancólicas, me a imagino Salomón reclinado en un sillón, ya viejo y reflexivo. Leer que después de haber dado su “corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos…”, para llegar a la conclusión que todo esto “era aflicción de espíritu”, es sentir que la vida no puede ser solamente esto, porque al verla bajo ese pesimismo, a quién le provoca vivirla así. Entonces, nuestra búsqueda debe cambiar, porque si bien es cierto que esto nos ha tocado vivir, debe haber una vida mejor que la presente. 

 La conclusión a la que llega Salomón que “en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor”, es ver a alguien que ha tocado fondo. Es como si mientras más aprendió, más se dio cuenta que no supo nada. Quizá se adelantó al filósofo quien, al término de la vida, y después de ver las cosas que suceden, dijo: “Yo solo sé, que no se nada”. ¿No es acaso una ironía que mientras más conocemos, más sabemos de las tristezas de la vida? 

Mis amados, esto pareciera ser la vida “debajo del sol”. Sin embargo, hay una patria donde no habrá “aflicción de espíritu”; a ella iremos a morar “cuando mis luchas terminen aquí”.

Desde lo más profundo del corazón del pastor