Devocionales del libro de Eclesiastés 51
Devocional # 51
En la medida que Salomón se acerca a los capítulos finales de su libro, como si se tratara del ocaso de su propia vida, va dejando las quejas lacónicas atrás para decirnos que hay cosas mejores en la vida, aun sobre las que fueron en el pasado. De esto nos habla ahora.
Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría (Eclesiastés 7:10).
Hay una tendencia en el ser humano cuando piensa que el pasado siempre fue mejor que los tiempos que vivimos ahora. Para los más soñadores y románticos, todo lo bonito y lo bueno estuvo en los años de su juventud, sin valorar lo nuevo y moderno de las cosas que hacemos hoy, que jamás se podían comparar con en el pasado. Decir esto no parece justo según Salomón.
El Predicador desde el mismo principio de su libro ya había respondido esta pregunta con otras, cuando dijo: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol” (1:9). La premisa del Predicador sigue siendo la misma: “Nada hay nuevo debajo del sol”. Según Salomón, una generación no fue siempre tan distinta a la que vino después. El asunto es que las personas sabias no viven del pasado, sino de las oportunidades que le presenta la vida en el tiempo que le ha tocado vivir.
Lo que Salomón resalta en el presente proverbio es que no pongamos en duda los caminos de Dios que han hecho mejores nuestros días presentes, que los anteriores, porque sería no reconocer que Dios sigue siendo el mismo ayer, hoy y para siempre. Que no seamos como Job que, en vista de su calamidad presente, añoró con toda su alma los tiempos cuando vivió próspero en el pasado (Job 29:2–5), ignorando cómo terminaría su vida en el futuro.
¿Qué es lo que debemos pensar del pasado? En lo que tiene que ver con los hombres, en los días pasados ellos no han sido diferentes como lo son ahora. El pecado es tan viejo con lo es hoy, y los hombres no fueron mejores que los que son ahora. Pero Dios si sigue siendo el mismo hoy, así como lo fue ayer. Él es justo, misericordioso, y presto para perdonar y levantar. No es bueno decir que los tiempos pasados fueron mejores que hoy, si contamos con el mismo Dios de ayer.
En lo que corresponde a nuestro vivir, “el hoy es nuestro, y solamente el hoy”, el ayer ya pasó.
Desde lo más profundo del corazón del pastor