Devocionales del libro de Eclesiastés 56

Devocional # 56

Salomón después de habernos hablado acerca de lo que es mejor para la vida, ahora nos presenta la importancia de mantenerla en un balance adecuado, porque haciendo esto  encontraremos  sentido a todo lo que hagamos,  y no habrá que andar en ningún extremo de nuestra vida,  con la que no se alcanza el equilibrio. Así comienza el Predicador esta nueva sesión.

“No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte? No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo?”               (Eclesiastés 7:16-17)

El propósito de Salomón al presentarnos este texto es que a la luz de lo que él considera como vanidad, nos recomienda llegar a una aproximación balanceada para vivir. Su conclusión es que seamos justos, pero no demasiado; que seamos sabio, pero no en exceso, y hasta pareciera decirnos, si hagas mal y vas a ser insensato, que no sea demasiado. 

Por supuesto que cuando uno lee este texto le produce extrañeza la manera de pensar del sabio, porque pareciera chocar con la ética que ahora conocemos. ¿Está recomendando Salomón que no seamos tan justos, que seamos un poco malos y un poco insensatos? ¿Cuál es el equilibrio que  nos recomienda cuando todos los días nos toca luchar con el bien y el mal, con la justicia y la injusticia? ¿Cómo debemos obrar cuando ahora vivimos bajo los dictámenes de la gracia ?

Las dos preguntas que hace el Predicador: “¿por qué habrás de destruirte?” y “¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo?”, parecieran justificar la razón de los excesos y la necesidad del balance en la vida. La verdad que lo Salomón nos quiere dejar es que evitemos los extremos religiosos y morales, para no caer en legalismo extremo y en una atención minuciosa y escrupulosa a la evasión del pecado, que al final resulta un legalismo y una hipocresía. 

Que evitemos el exceso de los monasterios, donde los religiosos se recluían para no estar en contacto con el mundo pecaminoso, o el fanatismo puritano del que todo se abstiene y que todo se prohíbe. El argumento del Predicador es que debe haber una control entre el legalismo moral por un lado y la licencia moral en exceso por otra. Es una exhortación para tener sabiduría en el juicio ético al hacer las cosas. Que el ser tan justos o sabios no nos lleve a ser fariseos. 

El ser “rígidamente piadoso” nos quita muchas veces el gozo de una vida cristiana sencilla. 

Desde lo más profundo del corazón del pastor