Devocionales del libro de Eclesiastés 57

Devocional # 57

Una de las características del libro de Eclesiastés es la similitud que tiene con el de Proverbios, sobre todo en el asunto de los dichos cortos, de los cuales Salomón fue todo un maestro. Su sabiduría expresada  en ambos libros han sido fuente de ayuda para nuestra cotidianidad, pero sobre todo para la toma de decisiones de manera que nos sirven para el buen vivir. En el texto de hoy nos deja una recomendación que, si la aplicamos, nuestros asuntos irán bien.   

Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo” (Eclesiastés 7:18).

Esta máxima tiene su contexto con lo expresado en los versículos previos, cuando el sabio dijo: “no seas demasiado justo” o “demasiado malo”. Las dos cosas deben guardarse al mismo tiempo, ambas en exceso conducen a una mala experiencia. Hay que considerar las dos para la vida.

La prudencia y la sabiduría van de la mano a la hora de la toma de decisiones; al momento de hacer algo bueno o ceder a aquello que no edifica. Si es un asunto donde nuestro deber y conciencia lo aprueban, no nos apartemos de eso. Pero si me encuentro con lo que no edifica el espíritu, sino que enaltece la carne, debo dejarlo. Debo tomar lo que le hace bien a mi alma.

El consejo de Salomón es que evitemos ambos extremos, y que en lugar de eso, le demos cabida a un saludable temor de Dios. Cuando el temor a Dios es lo que gobierna nuestra vida “saldrá bien en todo” lo que emprendamos. Es la falta de temor a Dios lo que nos hace sucumbir al deseo del corazón, trayendo el resultado de lo que acá nos prevé Salomón.

Este es nuestro reto: “porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo”. Si seguimos el temor de Dios evitaremos los extremos del que el sabio nos está hablando. ¿De qué se trata todo esto? Por un lado, el depender de la justicia propia, al mejor estilo de los fariseos, pero también el llegar a relajarse a través de una vida que siempre hace el mal.   

 La demanda de todo esto es que evitemos la necedad y la maldad en lo posible, y vivamos tan sabia y justamente como podamos. Busquemos el temor de Dios, pues no habrá equivocación en la vida cuando esto es lo que más amamos. Si el temor a Dios nos gobierna, aun lo malo se tornará para bien. Ya lo dijo el mismo sabio: “El principio de la sabiduría es el temor a Dios”. 

“Muchos que no serán tocados por el temor a Dios, y el terror al infierno, evitarán pecados que arruinen su salud y patrimonio, y los expongan a la justicia pública. Pero los que temen verdaderamente a Dios, tienen un sólo fin al servir, por tanto, actúan con firmeza” (Matthew Henry).

 “Porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo”, esto es la esencia de lo que Salomón dijo.

Desde lo más profundo del corazón del pastor