Devocionales del libro de Eclesiastés 6

Devocional # 6

Cuando el corazón se aparte de Dios busca otras maneras de ser llenado; esto parece ser la experiencia de Salomón que nos deja con su propio testimonio. En su caso, él no le negó nada a su carne. Él hizo todo y lo experimento todo. He aquí el espejo no solo de un cristiano desviado, sino de un hombre deprimido que conocía la verdad. En Salomón se va a cumplir lo que alguien dijo: “Hagan como yo les digo, pero no como yo lo he hecho”. He aquí su testimonio. 

“Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad. A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?” (Eclesiastés 2:1-2)

 La palabra “vanidad” se repetirá en esta obra 27 veces; el significado de ésta es lo de algo sin propósito, vacío que nos satisface. Y esto fue lo que vivió Salomón con placeres. ¿Qué le dijo Salomón a su corazón? “Te probaré…”. Esto pareciera ser una acción determina. Así como se dio a la tarea de investigar y disertar sobre todas las cosas de la vida, lo hizo con su corazón, probando todo lo que el quiso. Y lo paradójico de lo que acá dice es que fue él mismo quien nos recomendó que “sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón…” (Proverbios 4:23).

Cuando Salomón decidió probar su corazón con alegría, y que gozara de los bienes fue como invitarlo a ser parte de las disipaciones de los disolutos; todo lo que es contrario a la sabiduría. Nos sorprende que Salomón no halla encontrado significado en una manera de vivir recta y sabia debajo del sol; que a sabiendas de lo que significa vivir en la carne, él decidió probarla para que el término de sus días tuviera que decir “no tengo en ellos contentamiento” (12:1). 

Pero Salomón no solo dijo a su corazón que probara de todo, sino también a la risa y al placer que llegaran hasta el extremo de la locura, para luego concluir que quienes andan en tales disipaciones terminarán en completa ruina. Salomón probó la teoría en la cual muchos viven hoy. Para una gran mayoría, la vida que “llena” es la que da más placer, entretenimientos y emociones. Pero al final, tales placeres conducen a la muerte.

Salomón hizo todo lo contrario a su padre aún con toda la sabiduría que disfrutó. David en lugar de probar su corazón más bien le dijo a su alma: “Bendice alma mía a Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios”. Y en los momentos de angustia le preguntó a ella misma: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios porque aún he de alabarte…”

Mis amados, la vida no consiste en dejar que el corazón haga lo que desea, sino en dejar que el alma la llene Dios. Cuando el alma está complacida en Dios, la alegría y la risa serán santa. 

Desde lo más profundo del corazón del pastor