Devocionales del libro de Eclesiastés 61

Devocional # 61
Bien se puede decir que el capítulo siete de Eclesiastés es donde Salomón se dedicó a fijar sus pensamientos, no solo de lo que es mejor para la vida, sino de lo que él mismo consideró que, a pesar de haber sido el hombre más sabio, reconoce que aún la sabiduría no le acompaño siempre.
“Todas estas cosas probé con sabiduría, diciendo: Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de mí. Lejos está lo que fue; y lo muy profundo, ¿quién lo hallará? Me volví y fijé mi corazón para saber y examinar e inquirir la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad de la insensatez y el desvarío del error. Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará en ella preso” (Eclesiastés 7:23-26).
La contradicción del Predicador fue que mientras el da un consejo sabio para vivir, reconoce personalmente que su deseo para ser sabio no siempre era cumplido con la sabiduría con la que fue investido. Con esto concuerdan las palabras de Kidner, quien dijo: “La aceptación honesta del fracaso para hallar sabiduría – o al observarla que de hecho se alejaba en cada paso que uno da, descubriendo que ninguno de nuestros sondeos llega al fondo de las cosas – esto es, si no es el principio de la sabiduría, un buen camino para ese principio.”
La conclusión a la que llega Salomón esto es que “lejos está lo que fue; y lo muy profundo, ¿quién lo hallará?”. Salomón admite que la sabiduría tiene sus limitaciones, porque, aunque él se propuso ser sabio reconoce que hay cosas que se escapan al conocimiento humano, por eso dice que las cosas que ya fueron están lejos, puestas en el olvido, y además porque hay cosas tan profundas que nadie las podrá hallar. Piense, por ejemplo, en las profundidades del mar. El hombre ha podido explorar el espacio, pero no ha podio llegar a ese profundo abismo.
Y Salomón en su afán para “examinar e inquirir la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad de la insensatez y el desvarío del error”, hizo un descubrimiento que no le era ajeno por la experiencia de haber tenido tantas mujeres. En este sentido da su consejo para que el hombre sea sabio y esté avisado de lo que es caer en manos de la mujer que es “es lazos y redes”. Que si su vida ha sido puesta para agradar a Dios, debe huir y escapar de ella como lo hizo José.
La experiencia de Salomón dejando que su corazón tomare placer en todo lo que quiso, lo llevó a la conclusión que la sabiduría se alejó de él, porque al final fue sabio en su propia opinión.
Si la sabiduría no está regida por el temor de Dios, quedamos a expensas de una sabiduría humana, cuyas consecuencias serán las de quedar gobernado por los deseos del corazón.
Desde lo más profundo del corazón del pastor