Devocionales del libro de Eclesiastés 7
Devocional # 7
Salomón prosigue su largo discurso con el que nos muestra la forma cómo alimentó su ego sin que le pusiera límites a las cosas que quiso. Pasó de probar su corazón a proponerle que consumiera todo tipo de deseo, de lujos y de extravagancia; de esta manera no le negó nada a sus ojos ni retuvo su voluntad para hacer lo que anhelaba. He aquí lo le propuso a su corazón.
“Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida… Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas… Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría” (Eclesiastés 2:3-4, 9).
Si hiciéramos una radiografía a la vida Salomón hasta acá nos sorprendería el hecho de ver cómo su “ego” fue creciendo en la medida que le dio luz verde a todos sus deseos. El resto de este capítulo nos encontramos con un “ego” que es complacido por su vanidad, su holgazanería, su ambición de riquezas y su ambición de poder. Comenzó con la complacencia del gusto a través del vino, lo que traía diversiones frívolas y una vida disoluta. Él hizo lo contrario a lo que ya había advertido respecto a las consecuencias del bebedor de vino (Proverbios 23:31-33).
La ironía de la vida es querer mezclar lo santo con lo profano, para ver qué sale de eso al final de todo. Salomón le propuso a su corazón que se agasajara con todo, pero que a la vez anduviera con la sabiduría y retuviera la necedad con la que los hombres perversos conviven, porque su meta era “ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres”. Y cuando esto hizo, cuando dejó libre a su corazón para hacer todo lo que quisiera, descubrió que el corazón no se satisface a menos que su deseo por las cosas terrenales sea cambiado por las celestiales.
¿Qué más hizo Salomón para satisfacer su ego? El texto nos dice que engrandeció sus obras. Él no solamente buscó significado en las diversiones, sino también en sus grandes y majestuosas edificaciones, jamás superadas por diseñador y constructor alguno. Su propósito era darle a la vida la satisfacción que viene por medio de construir, organizar y mejorar el entorno.
Nadie satisfizo más su vida como Salomón, para decirnos al final de sus días lo que no debemos hacer. Al principio su vida estuvo llena del Espíritu, pero luego con la sabiduría perdió la cabeza. Salomón lo tuvo todo, y se satisfizo con todo, para llegar después a esta conclusión: “Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol” (v. 11). Esto es lo que deja la alimentación del ego. Definitivamente solo Dios satisface.
Mis hermanos, Salomón reveló que no hay nada duradero, que nada tiene un sentido eterno si solo vivimos para los placeres y logros terrenales. Vivamos para complacer siempre a Dios.
Desde lo más profundo del corazón del pastor