Devocionales del libro de Eclesiastés 8
Devocional # 8
Salomón sigue su discurso de la vida dejándonos cada vez la sensación de alguien para quien todo le sonrió por designación divina, y después de haberlo disfrutado a plenitud, su conclusión pareciera ser la misma que dijo en sus proverbios, cuando había advertido, diciendo: “No me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario…” (Pr. 30:8). Jesús diría después que nos guardáramos de la avaricia porque la vida no consiste en los bienes que tengamos (Lc. 12:15).
“Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho. Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas. El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro” (Eclesiastés 2:12-14).
Después que Salomón abrió su corazón, lo probó y hasta le propuso que gozara de todos los deleites que los hombres tanto aman, ahora se vuelve al tema de la sabiduría, aquella que en medio de sus desvaríos mantuvo. En esta parte reafirma que la sabiduría debe estar siempre sobre la necedad; esto lo dice por lo que les espera a los sabios y a los necios. Su propia experiencia se va a mover entre lo sabio y lo necio que mantuvo su vida.
Salomón ha describo sus logros con los que nos muestra que nadie pareciera superarle; por lo menos esta seria la razón de la pregunta del versículo 12. Otra traducción seria como sigue: “Si después de hacer lo que hice no encontré satisfacción, ¿qué razón hay para suponer que los que vienen después de mí encuentre las respuestas?” Y la verdad es que ya han pasado tantos años desde Salomón para acá, y a pesar de todas las generaciones que han venido y se han ido, la humanidad se aleja más de encontrar el significado a la vida porque lo busca erróneamente.
Frente a todo esto, Salomón presenta el paralelismo que hay entre el sabio y el necio, a lo mejor para que aprendamos de los dos, porque al final la sabiduría sobrepasa a la necedad “como la luz a las tinieblas”. Pero observemos lo siguiente, que si bien es cierto que los necios por lo general llevan una vida desorganizada y van de un lado a otro sin ninguna dirección, y el sabio “tiene sus ojos en su cabeza…” haciendo las cosas mejores que el necio, la muerte será el gran igualador entre el hombre sabio y el hombre necio. La muerte espera por los dos cuando todo termine.
Sin embargo, aunque el necio y el sabio han de morir, siempre será mejor llevar una vida sabia que una necia, porque habrá dos eternidades distintas que ambos les espera. El cielo es la morada final de los sabios, los que escogen en esta tierra ese lugar para vivir.
Desde lo más profundo del corazón del pastor