Dios resiste a los soberbios

Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6).

Santiago ha venido tratando el tema de la guerra y los pleitos entre los hermanos. Y al hablar del tema de la soberbia y la humildad, nos damos cuenta de que estas dos actitudes contrastadas del carácter son parte del origen de aquellos conflictos. Porque donde está presente la soberbia, se ausenta la humildad. Las dos no pueden convivir juntas. 

Pero él da mayor gracia”. ¿De qué está hablando Santiago con esta declaración? Un significado podría ser: cuando el Espíritu de Dios es derramado sobre aquellos que se someten a la voluntad divina. Esa “mayor gracia” se ve derramada en los corazones humildes, pero jamás entrará en un corazón lleno de soberbia y arrogancia. 

La palabra “resiste” es un término aplicado al ámbito militar, que significa “batallar en contra de”. Dios resiste a este tipo de personas, porque en esa actitud hay un pecado del carácter.

Pedro lo dijo de otra manera: “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (1 Pedro 5:5). No hay contemplación para los soberbios. 

En cambio, Dios da gracia a los humildes.

La humildad es la virtud más reconocida por la Biblia y debiera ser la más anhelada por cada corazón cristiano.

Jesús nos pidió aprender de él la virtud de la mansedumbre y de la humildad (Mateo 11:29). Por lo tanto, el creyente es llamado a resistir a ese espíritu humano altivo, y más bien a regocijarse en el Espíritu Santo, quien nos anhela, porque está formando en nosotros un carácter santo.

De esta manera, el llamado es a rehuir el orgullo y someterse humildemente a la autoridad de Dios. 

Cuando alguien no recibe la gracia, la resiste, y en se corazón Dios no obra. Pero cuando alguien la recibe, se quebranta, se humilla, dándole a Dios todo el reconocimiento. El humillarse a sí mismo es algo que casi nunca sucede, al contrario, las personas se defienden a sí mismas.

Sin embargo, cuando esto hacemos, somos bienaventurados  de acuerdo con (Mateo 5:5). Cuando dejamos de resistir a Dios, Él derrama toda su gracia en nosotros. 

La humildad es la señal distintiva de todo auténtico cristiano.

Desde lo más profundo del corazón de su pastor.