El día que nuestro Espiritu regrese al Señor

Muy buenos días mi bella gente, hermoso pueblo de Dios, la Novia y pronto Esposa del Cordero.
Estas son las palabras finales del Predicador. Todo lo expresado hasta acá del ocaso de la vida dicha de manera metafórica, concluye donde comenzó: el Génesis de la vida misma.
Ya Dios había dicho estas palabras en la misma creación del hombre, al referirse que polvo somos y al polvo volveremos. Pero ¿cuál fue el sentido final de estas palabras?
“… y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad” (Eclesiastés 12:7-8).
Si bien Salomón pareciera habernos mostrado la vida bajo una perspectiva terrenal, tanto que usó más de veinte veces la frase “debajo del sol”, sus pensamientos finales lo orientan hacia el cielo, porque aunque reconoce el ocaso de la vida llevando al hombre a la tierra “como era”, también lo ve no solo como materia, por cuánto tiene un espíritu que “vuelve a Dios que lo dio”.
Ya el Predicador había hablado de los endechadores de los muertos, pero antes reconoció que el sepulcro no será el final de la vida toda vez que “el hombre va a su morada eterna” v. 5.
“La esperanza más segura y sublime que tenemos los hijos de Dios; eso es, saber que al morir nuestro espíritu regresará al Señor”
De esta manera, Salomón deja su lamento y sus lacónicos pensamientos terrenales para introducirnos en la esperanza más segura y sublime que tenemos los hijos de Dios; eso es, saber que al morir nuestro espíritu regresará al Señor, de la misma manera como Cristo le dijo al Padre: “En tus manos encomiendo mi espíritu”.
El escritor Deane dijo: “Así que este maravilloso libro cierra con el enunciado de una verdad que no se encuentra en ningún otro lugar definida tan claramente en el Antiguo Testamento, y así abre brecha a una luz tenue sobre el futuro terrible por la revelación del evangelio.”
El asunto es que el espíritu del hombre vuelve a Dios, porque Él se lo dio al crearlo. Las preguntas serán: ¿Qué cuentas rendirás? ¿Qué hizo con la vida que él le dio? ¿Qué otra cosa puede usted implorar sino la sangre y los méritos de su Salvador? Si bien el espíritu regresa a Dios a morir, debemos asegurarnos por medio Cristo una vida plena con Dios.
Preparémonos para el día cuando nuestro espíritu vuelva al encuentro con Dios.
Desde lo más profundo del corazón del pastor