El Fruto que produce la Paciencia

“Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:4).

Otra versión traduce este texto así: “La perseverancia debe consumar su obra para que seáis maduros y completos, sin que os falte nada”.  

El fruto de la prueba es la paciencia, y la paciencia una vez desarrollada hará de nosotros creyentes con un nivel espiritual más alto “sin que os falte cosa alguna”. ¡Qué resultados tan extraordinarios son todos estos! 

Este texto es un reto a la constancia. Cada día hay nuevos desafíos donde la audacia y coraje, para enfrentarlos están presentes, sin embargo, pudiera suceder algo en el camino que nos quita el ánimo,  hasta llegar a la frustración. 

Es aquí donde necesitamos recordar cómo la verdadera paciencia hace el trabajo de salir adelante, venciendo el desaliento. 

La paciencia tiene su sinónimo en el sustantivo perseverancia. Por medio de este concepto Santiago demuestra su importante para el mensaje de la epístola. Al usar este método repetitivo,

Santiago se hace eco de la enseñanza de Jesús, quien en no pocas ocasiones les dijo a los discípulos: “Pero el que permanece firme hasta el fin será salvo” (Mateo 10:22; 24:13). No hay paradas en la vida cristiana. La carrera debe ser hasta el final. 

Para que la paciencia haga su trabajo en nosotros, hasta llegar a ser “cabales y completos”, no debemos apurarla.

Si algo plantea la virtud de la paciencia es la necesidad de tiempo. Considere el ejemplo de un paciente quien está pasando por un proceso de restauración de alguna enfermedad. El doctor lo visita todos los días, le aplica el mismo medicamento.

¿Qué debe hacer el paciente? Pues esperar hasta el momento cuando la medicina haga su trabajo y al final quede sanado. La paciencia requiere de su tiempo para hacer su obra. 

“La paciencia es la herramienta que el Arquitecto eterno usa para llevar a cabo esa obra en nosotros.”

 Mis amados, el llamado de este texto es a no interferir con el plan de Dios para nuestra vida. Perseveremos en cada dificultad hasta ver la obra Dios terminada.

No perdamos de vista el trajo de Dios: “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo…” (Filipenses 1:6).

Seguimos siendo una obra en construcción, y la paciencia es la herramienta que el Arquitecto eterno usa para llevar a cabo esa obra en nosotros. Esperemos con paciencia ese trabajo divino. 

La meta de Dios es que no nos falte nada, pero usa la virtud de la paciencia para lograrlo.

Desde lo más profundo del corazón de su pastor.