El punto central de la vida: Temer a Dios.

Muy buenos días mi bella gente, hermoso pueblo de Dios, la Novia y pronto Esposa del Cordero.
Estos son los versículos finales de este libro de sabiduría, cuya forma de concluirlo no puede ser superada. Por cuanto Salomón se nos revela en su obra como el Predicador ahora llega a “el fin de todo el discurso…”.
Si bien él nos habló acerca de la vida “debajo del sol”, dejándonos saber en no pocas ocasiones, que ella es “vanidad de vanidad”, ahora llega la conclusión donde nos confronta acerca de una responsabilidad personal con el Dios eterno. Así concluye.
“El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Eclesiastés 12:13-14).
Cuando uno lee estas palabras pareciera estar en presencia de otra persona.
Lo escrito acá dista mucho del hombre con aquella visión tan terrenal dejada a lo largo de su libro. Ahora, para él la vida con sentido es aquella donde guardamos los mandamientos de Dios, con un santo temor.
De nada sirve “granjear el mundo”, como lo hizo Salomón, y al final tener un vacío del alma.
Salomón se dio cuenta que en su lucubrar filosófico no todo era vanidad en la vida. En todo caso vio la vida más allá del sol con sentido.
Habló del temor a Dios, y la obediencia a sus mandamientos llenando el corazón del hombre. Y en esa búsqueda se dio cuenta de la responsabilidad de nuestros actos; porque llegará el día cuando estaremos delante de él para dar cuenta de lo bueno o lo malo de todo lo hecho con nuestras vid.
“Teme a Dios, y guarda sus mandamientos…”. Esto es la esencia del evangelio. El temor a Dios, aquel encontrado en una reverencia saludable y correcta, constituye el todo de nuestra vida.
Cuando esto hacemos sus mandamientos no son gravosos, sino placenteros, pues no serán una ley pesada, sino carga ligera como lo dijo nuestro amado Cristo (Mateo 11:30). Si tememos a Dios, como alguien dijo, no importa si no tememos a los hombres.
Una vida que teme a Dios y guarda su palabra, encuentra el sumo bien para ella. Bien puede estar la vida llena de los sin sabores de aquellos donde Salomón habló en los capítulos previos, pero el llenarse de la majestad de Dios y los maravillosos beneficios de sus mandamientos, es lograr una plenitud nunca vista.
Nuestra cercanía a Dios de esta manera nos pone en lugar correcto, y a su vez nos hará sentir que no siempre “vanidad de vanidad, todo es vanidad”.
Una vida que teme a Dios, y guarda su palabra, encuentra el sumo bien para ella
Pero también esa cercanía con Dios en temor nos revelará cuan santo es Él. De esta manera, y por cuando tenemos a un Dios justo y misericordioso, Él juzgará toda nuestra obra.
Nuestro más grande desafío es no pecar contra Él, sino más bien obedecerle en todo. La buena noticia revelada en la Biblia es la provisión hecha por Dios para que nuestros pecados sean perdonados y con ello tener la vida más allá de esta existencia temporal.
Temamos ahora a Dios para que en el día del juicio estemos de pie en su presencia.
Desde lo más profundo del corazón del pastor