El Varon Bienaventurado
“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” (Santiago 1:12).
Santiago regresa al tema de las pruebas con el cual introdujo epístola al principio. En los primeros versículos habló de la perseverancia del creyente, cuando está bajo la prueba (v. 2–4).
Ya Jesús había hablado de estas bienaventuranzas en el sermón del monte de Mateo 5. Ahora bien, cuando Santiago habla de la “prueba” y la “tentación”, a la misma vez, nos está hablando al mismo tiempo, cómo la tentación llega a ser una de las pruebas de la vida.
Santiago no dice: “Bienaventurado el hombre que nunca es tentado”. Tampoco dice: “Bienaventurado el hombre a quien la tentación le es fácil de vencer”. ¡No, el no dice eso! Santiago más bien le asegura al vencedor de la tentación, una promesa de bendición, aquella considerada como “la corona de vida”.
Hay un regalo de parte de Dios para todos los que le decimos “no” a la tentación, pero a la vez le decimos “si” a Jesucristo.
El énfasis de este texto radica en las palabras “el varón que soporta la tentación”. Este asunto no es fácil. La tentación como una prueba es uno de los desafíos más grandes a enfrentar. Es aquí donde somos victoriosos o sucumbimos en una derrota.
La tentación es el atajo más fácil a través del cual Satanás nos tienta. Recordemos la tentación a la que sometió a nuestro Señor durante cuarenta días y cuarenta noches.
Resistir la tentación por tanto tiempo, y salir victoriosa de ella, es el más grande modelo que tenemos en la Biblia a la hora de enfrentar esos momentos donde vemos, como Eva en el Edén, “que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió…” (Génesis 3:6).
De las siete coronas prometidas a los triunfadores del Señor, “la corona de vida” es una de las más importantes. ¿Por qué afirmamos esto? Porque este es el galardón entregado después de un gran esfuerzo. Es la coronación después de la carrera terminada.
Esta es, por cierto, la promesa dada los hermanos de Esmirna después de su sufrimiento: “Sed fieles, hasta la muerte, y os daré la corona de vida” (Apocalipsis 2:10).
Esta promesa nos para cualquiera, sino para “los que le aman”. Sea usted uno de ellos.
Desde lo más profundo del corazón de su pastor.