Gozo en las pruebas: Si es posible
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Santiago 1:2)
Los destinatarios de esta carta, las doce tribus de Israel en la dispersión seguramente estaban pasando por una terrible prueba, como consecuencia de la persecución que los judíos les habían declarado a los cristianos.
Como dijimos antes, al parecer la muerte de Esteban exacerbó de tal manera los ánimos que sacaron a todos los cristianos de Jerusalén, diseminándose por todas las regiones. Ese sería el contexto de este versículo.
Para el tiempo cuando Santiago escribe, Jerusalén era considerada como una ciudad infame, y si a esto le añadimos el nombre de “cristianos”, como eran conocidos los seguidores del tal Jesús, el odio no podía ser mayor.
No era fácil ser cristiano en un tiempo cuando la persecución tenía que ver con un asunto de lealtad. Si no confesabas al César como el “señor”, sino a Cristo, podías morir allí mismo o te confiscaban todos los bienes.
De esta manera, cuando Santiago se dirige a ellos, diciéndoles “hermanos míos”, era una manera de hablarles afectivamente, pero también con sentido de identificación.
Él, por ser un seguidor de Jesús, y con un destino similar al de sus hermanos, les escribe para animarlos a considerar las circunstancias por las cuales están pasando, no como el mundo las ve, sino bajo el propósito divino. Observemos la manera contrastada cómo les alienta.
“… tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas”. Dos cosas nos llaman la atención de este imperativo. Por un lado, está el gozo por estar en la prueba misma, y, por otro lado, la diversidad de pruebas, porque ellas vienen en distintos paquetes, tocando muchas veces lo que más amamos como le pasó al patriarca Job, todo simultáneamente.
¿Quién puede tener gozo en las pruebas?
¡Esto es paradójico! Un hombre sin una experiencia de salvación, a la hora de una prueba o tribulación, se queja, se enoja y hasta maldice su condición. Así, pues, la única persona con gozo en una prueba es un verdadero hijo de Dios, por cuanto manifiesta el fruto del Espíritu Santo, teniendo al gozo como la segunda virtud de ese fruto, para enfrentar ese momento difícil llegado sin previo aviso.
“La única persona con gozo en una prueba es un verdadero hijo de Dios”
Cuando Santiago habla de las aflicciones no se refiere a ellas como perturbadoras de nuestra alegría. Al contrario, el creyente se goza en medio de la prueba, porque a través de ella Dios sacará lo mejor de él.
La manera cómo enfrentamos la prueba hará que nuestra fe sea fortalecida, llegando a crecer en conocimiento y sabiduría para con Dios y los hombres. Dios nos ordena enfrentar las adversidades con calma, y con una mente equilibrada. Si esto hacemos, el “sumo gozo” no será un mandamiento gravoso para ser cumplido.
“El creyente se goza en medio de la prueba, porque a través de ella Dios sacará lo mejor de él.”
El gozo es un asunto paradójico, porque mientras el mundo lo busca en la oferta de sus atractivos placeres, el creyente lo consigue en medio de una prueba inesperada.
“El cristiano puede hallar gozo, aun en las pruebas, cuando ve esas pruebas como medios para alcanzar la semejanza de Cristo” (A. F. Harper, «La Epístola General de Santiago», en Comentario Bíblico Beacon: Hebreos hasta Apocalipsis (Tomo 10) (Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones, 2010), 198.
No podemos optar en tener o no una prueba, lo importante será cómo la enfrentamos.
Desde lo más profundo del corazón de su pastor.