Introducción a Santiago

“Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud” (Santiago 1:1).

He aquí la manera cómo se escribían las cartas en ese tiempo. Lo primero en aparecer es el remitente, en este caso, Santiago.

Pero ¿quién era Santiago, llamado también Jacobo o Santiago el Justo? Hay base bíblica para considerar a Santiago como el hermano de Cristo, de acuerdo con Mateo 13:55 y Marcos 6:3.

Al principio no era un creyente (Juan 7:3-5), pero después de la resurrección el mismo Señor se le apareció según Hechos 1:14; 1 Corintios 15:7 y Gálatas 1:19. Aquel encuentro lo transformó en un extraordinario creyente.

Su liderazgo fue sumamente notable después de su conversión. Al parecer, Pedro le confió la responsabilidad de pastorear la iglesia de Jerusalén, según Hechos 12:17; 15:13 y 21:18.

Él fue la figura preeminente del primer concilio de Jerusalén, donde se reunieron los apóstoles (Hechos 15:13, 19-21), incluyendo a Pablo y Bernabé. De esta manera, Santiago fue uno de los pilares de la iglesia; Pablo posteriormente así lo reconoce en Gálatas 2:9.

Cómo resultado de su conversión, Santiago llegó a ser un hombre humilde, hasta ser reconocido como un “siervo de Dios y del Señor Jesucristo”. Esto se menciona, porque cuando Cristo comenzó su ministerio, Santiago le rechazó, diciendo que se fuera a Judea donde le pudieran ver, porque “ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto.

Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo” (Juan 7:4). Pero ahora lo vemos identificándose, como un auténtico siervo de Cristo, su propio hermano. ¡Qué privilegio tuvo Santiago!

La fecha de la carta está ubicada en el año 45 d. C., antes del primer concilio de Jerusalén del año 50 d. C. Al considerar esta fecha temprana, la carta de Santiago ha llegado a ser el escrito más antiguo del Nuevo Testamento.

Este detalle hace ver a Santiago como un hombre con una visión extraordinaria de Cristo, porque si a los hechos nos remitimos, siendo Santiago hermano del Señor, nadie más como él para conocerle antes de su conversión. La carta tiene un gran parecido a Mateo, especialmente en lo relacionado con el Sermón del Monte.

¿Cuál fue el propósito de la carta?

A Santiago se le conoce como “el hombre que llama a vivir lo que se predica”.  El énfasis de su carta es el de una fe respaldada por las obras.

Si bien, Pablo habla de ser salvos por la fe, sin las obras de la ley (Gálatas 2:16); Santiago enfatiza una fe respaldada por las obras (Santiago 2:14, 17), y con eso no contradice a Pablo, porque mientras uno habla a los judaizantes, quienes se aferraban a volver a los rudimentos de la ley, Santiago lo pone en el contexto que la salvación se demuestra por medio de las obras, porque de lo contrario, sería una “fe muerta”. Son dos aspectos totalmente distintos y no hay contradicción.

Los destinatarios:

La carta fue dirigida a las “a las doce tribus que están en la dispersión…”. Esto es una clara referencia a los cristianos de la diáspora, los que fueron dispersados a causa de la persecución por motivo de la muerte de Esteban.

Al ser dirigida de esta manera, con una diversidad de destinatarios, ha llegado a ser parte de las llamadas cartas “católicas” o universales. Este texto se relaciona con el que sigue, él habla de las pruebas. Las “doce tribus” en la diáspora estaban pasando por una muy terrible persecución. De esta manera, Santiago se propone traer a todos una palabra de aliento, en medio de la prueba misma.

Los temas:   

Los temas que Santiago aborda, han llegado a tener una similitud a aquellos que ya había tratado Cristo en sus enseñanzas de la llamada “regla de oro”, en su Sermón del Monte. De inicio presenta el tema de las pruebas y las tentaciones. De igual manera, habla de la paciencia para soportar las pruebas.

Después sigue con los temas de la oración, la vanidad de las riquezas (los ricos), la lengua, la religión verdadera, el favoritismo, la mundanalidad, los juramentos, el doble ánimo; y por supuesto, el tema dominante será el de la fe y las obras. Con esto en mente, podemos ver a Santiago como una carta rica y variada, que da para todo, colocándola en otra escritura sapiensal, pero bajo un contexto totalmente cristiano.

Bienvenidos a la carta:

Como he dicho, Santiago es una carta muy rica en su diversidad de temas, todos propios para desarrollar extensos estudios, pero nos dedicaremos a ellos bajo una visión devocional, de modo de enriquecer nuestro espíritu, aunque seguramente aumentará nuestro conocimiento.

Abordemos esta carta sagrada bajo la convicción y dirección del Espíritu Santo, hasta ser   fortalecidos en nuestra relación con Dios, para ser mejores cristianos, siendo este el llamado que Santiago hace en una  teología totalmente práctica.

Acompáñenme en esta nueva y enriquecedora aventura espiritual