La Carta a Artajerjes (Primera Parte)

“Esta es la copia de la carta que dio el rey Artajerjes al sacerdote Esdras, escriba versado en los mandamientos de Jehová y en sus estatutos a Israel: Artajerjes rey de reyes, a Esdras, sacerdote y escriba erudito en la ley del Dios del cielo: Paz. Por mí es dada orden que todo aquel en mi reino, del pueblo de Israel y de sus sacerdotes y levitas, que quiera ir contigo a Jerusalén, vaya. Porque de parte del rey y de sus siete consejeros eres enviado a visitar a Judea y a Jerusalén, conforme a la ley de tu Dios que está en tu mano; y a llevar la plata y el oro que el rey y sus consejeros voluntariamente ofrecen al Dios de Israel, cuya morada está en Jerusalén, y toda la plata y el oro que halles en toda la provincia de Babilonia, con las ofrendas voluntarias del pueblo y de los sacerdotes, que voluntariamente ofrecieren para la casa de su Dios, la cual está en Jerusalén” (Esdras 7:11-16).
Decíamos anteriormente que Esdras es el libro de las “cartas de los reyes”. Fue notoria la carta dirigida a Ciro, la enviada a Darío y ahora la presente, dirigida al rey Artajerjes. Todas ellas tuvieron su origen con los exiliados de Israel. La importancia de esta carta es a quién es dirigida y el propósito de su contenido.
El remitente es el rey, pero no cualquier rey, sino uno llamado “rey de reyes”, un príncipe grande y poderoso. Y el destinatario era Esdras, “escriba versado en los mandamientos de Jehová y en sus estatutos a Israel”.
Otra vez, quien haya escrito este libro, ha tenido un gran interés en darnos a conocer la figura prominente de Esdras, no solo como un sacerdote y escriba, sino mostrarnos sus altas cualidades morales y académicas para ser el hombre usado por Dios en esos momentos transitorios que vivió Israel al regreso de su exilio.
Por un lado, lo llama “escriba versado” (v.11) y lo termina llamando “escriba erudito en la ley del Dios del cielo”. Esto no fue escrito por un mero elogio, sino por el más alto reconocimiento a su integridad espiritual.
La carta del rey firmaba su autorización para los habitantes de Israel en el exilio, especialmente los “sacerdotes y levitas”, de regresar voluntariamente con el sacerdote Esdras al ejercicio de sus funciones, como responsables de la casa de Dios y los garantes de enseñar al pueblo la adoración y la ley, lo que hacía de ellos un pueblo único sobre la tierra.
Dos cosas son distintivas en la carta: por un lado, Esdras era enviado por el rey, pero también por sus siete consejeros. Eso habla de una autoridad terrenal suprema.
Pero junto con esta cobertura gubernamental, también estaban los dones concedidos por el rey para esta magna obra dedica al Dios de los cielos: “… y a llevar la plata y el oro que el rey y sus consejeros voluntariamente ofrecen al Dios de Israel”. El equipamiento fue total.
Otra vez vemos como un rey pagano es usado para despertar el espíritu voluntario de dar y trabajar para la obra de Dios.
Y es que Dios sigue siendo soberano. Él seguirá usando sus instrumentos, aunque no sean de su pueblo, para cumplir finalmente sus propósitos.
Desde lo más profundo del corazón del pastor