La Carta a Artajerjes (Segunda Parte)

“Comprarás, pues, diligentemente con este dinero becerros, carneros y corderos, con sus ofrendas y sus libaciones, y los ofrecerás sobre el altar de la casa de vuestro Dios, la cual está en Jerusalén.  Y lo que a ti y a tus hermanos os parezca hacer de la otra plata y oro, hacedlo conforme a la voluntad de vuestro Dios.  Los utensilios que te son entregados para el servicio de la casa de tu Dios, los restituirás delante de Dios en Jerusalén.  Y todo lo que se requiere para la casa de tu Dios, que te sea necesario dar, lo darás de la casa de los tesoros del rey” (Esdras 7:17-20). 

La carta de Artajerjes fue un documento con gran claridad y precisión, que describía la naturaleza de la comisión dada a Esdras, así como la extensión de poder y prerrogativas con la cual fue investido.

La carta especificaba una gran suma de dinero otorgado a Esdras para comprar “diligentemente… carneros y corderos, con sus ofrendas y sus libaciones”. Y el propósito de tales animales era para ofrecerlos “sobre el altar de la casa de vuestro Dios”. He aquí un rey pagano dando de su dinero para la adoración a Dios, ¡algo sombroso! 

Y lo que a ti y a tus hermanos os parezca hacer”. La forma deliberadad como el rey le confió a Esdras sus tesoros, hasta el punto de dejar en sus propias manos las decisiones acerca de cómo invertir el dinero, es un claro reflejo del carácter e integridad de un hombre como Esdras.

De esta manera, él tuvo  libertad para tomar sus propias decisiones sobre cómo gastar mejor el dinero traido consigo. Es en la manera cómo se administra el dinero  de las cosas del Señor, donde se comprueba la integridad con la que estamos hechos. 

Cuando observamos la generosidad de los reyes paganos en apoyar la adoración de Dios, pronto vemos un reproche a la conducta de muchos reyes de Judá, y también como un juicio contra la codicia de aquellos ricos profesantes que no invierten o promueven la causa de Dios. La obra del Señor ha sufrido siempre, porque los llamados a sostenerle siguen siendo indiferentes e insensibles a la hora de tocarles su dinero. 

 Las palabras de este rey pagano parecieran ser las de un gran conocedor de los “misterios del reino”, pues dentro de sus órdenes, respecto al uso del dinero para las cosas de Dios, deja claro su consejo cuando dice: “hacedlo conforme a la voluntad de vuestro Dios”.

¿No tenía este rey su propio dios? ¿Quién le había enseñado que el Dios de Israel era una persona y que sus seguidores deberían obedecer su voluntad? 

En la soberanía de Dios uno puede ver cómo la actitud de un rey pagano es usada para los fines de Su propio reino. Ya hemos dicho que este Artajerjes es el mismo rey con quien Ester se casó, y con ello vino la liberación de Israel de las malvadas intenciones de Amán (Ester 3).

Ahora seguimos viendo su generosidad y reconociendo a Dios al hablar de restituir “los utensilios”, y, además, “todo lo que se requiere para la casa de tu Dios”. 

Cuando un gobernante pagano reconoce al Dios de los cielos en su grandeza y soberanía, pero además da y promueve su adoración, vemos que hasta las piedras hablan, según lo mencionara más adelante nuestro Señor Jesucristo (Lucas 19:40).

Desde lo más profundo del corazón del pastor.