La mano del Señor

“Pasadas estas cosas, en el reinado de Artajerjes rey de Persia, Esdras hijo de Seraías, hijo de Azarías, hijo de Hilcías, hijo de Salum, hijo de Sadoc, hijo de Ahitob, hijo de Amarías, hijo de Azarías, hijo de Meraiot,  hijo de Zeraías, hijo de Uzi, hijo de Buqui, hijo de Abisúa, hijo de Finees, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, primer sacerdote,  este Esdras subió de Babilonia. Era escriba diligente en la ley de Moisés, que Jehová Dios de Israel había dado; y le concedió el rey todo lo que pidió, porque la mano de Jehová su Dios estaba sobre Esdras” (Esdras 7:1-6).

Después de seis capítulos nos encontramos con la entrada oficial de Esdras, cuyo nombre da origen al libro estudiado hasta ahora.

El autor nos deja dos oraciones previas para recordarnos cuándo sucedieron las cosas: “Pasadas estas cosas, en el reinado de Artajerjes rey de Persia […]”. El tiempo de “estas cosas” se dio entre Esdras 6 y 7, en un periodo de 60 años. Artajerjes fue el gobernador de esa época, quien también es conocido en la historia como Artajerjes Longimanus, el sucesor de Jerjes, el rey que se casó con Ester.

De esta manera, los eventos del Libro de Ester tuvieron lugar entre Esdras 6-7.

Al lector le llama la atención el nombramiento de por lo menos dieciséis nombres de la sucesión sacerdotal, de la cual Esdras toma su origen y procedencia.

Esto no fue puesto a capricho, sino es la manera cómo el autor de esta obra introduce a Esdras con todas las cualidades morales y espirituales para el trabajo puesto sobre sus hombros. El sacerdocio de Esdras tenía toda la legitimidad para afirmar a los exiliados como el pueblo de Dios.

Además de sacerdote, Esdras “era escriba diligente en la ley de Moisés, que Jehová Dios de Israel había dado […]”. Un escriba era un hombre consagrado para preservar la palabra de Dios, enseñarla y administrarla en el sentido de interpretarla y aplicarla.

En el caso de Esdras, además de hacer estas cosas, se nos dice que “era escriba diligente” con lo cual se afirmaba carácter y devoción por la ley. Esdras era un abogado altamente capacitado en la palabra de Dios. Bienaventurado el varón cuyo deliete está en la ley del Señor (Salmos 1). 

El comentarista Kidner nos dice: “Su nombre ocupa un lugar muy alto en la tradición judía, donde llegó a ser considerado como un segundo Moisés, y de hecho fue él, más que cualquier otro hombre, quien imprimió a Israel su carácter perdurable como el pueblo de un libro…en su caso, se enfatiza la palabra ‘diligente’, o literalmente ‘rápido’ (cf. Salmo 45:1), lo que sugiere una rapidez de agarre y facilidad de movimiento en medio de este material complejo que fue el fruto del estudio dedicado descrito en Esdras 7:10”. 

Pero no todos los escribas bíblicos tuvieron el carácter de un Esdras, pues durante el tiempo de Jesús, ellos fueron blanco de los más duros reproches de parte Cristo, porque habían convertido la ley en “la tradición de los ancianos”, haciendo al pueblo esclavos de tales tradiciones, en lugar de haberlos instruidos en el espíritu y las bondades de la ley de Dios. 

Este Esdras gozó de las bondades del rey, pues “le concedió el rey todo lo que pidió”. Esto no era raro. Hombres como Nehemías o Daniel, gozaron también del beneplácito de los reyes donde servían durante el exilio, por su carácter santo y el testimonio que superaba a cualquier otro en la corte.

En el caso de Esdras, esta era la más poderosa razón: “porque la mano de Jehová su Dios estaba sobre Esdras”. Esa mano es más poderosa que la del rey. 

Si la mano de Dios está en su obra, él abrirá otras manos para que concedan los recursos con el propósito de su culminación y consolidación. Su mano está sobre todas las demás.