Los Lideres deben dar el Ejemplo
“Sean nuestros príncipes los que se queden en lugar de toda la congregación, y todos aquellos que en nuestras ciudades hayan tomado mujeres extranjeras, vengan en tiempos determinados, y con ellos los ancianos de cada ciudad, y los jueces de ellas, hasta que apartemos de nosotros el ardor de la ira de nuestro Dios sobre esto. Solamente Jonatán hijo de Asael y Jahazías hijo de Ticva se opusieron a esto, y los levitas Mesulam y Sabetai les ayudaron” (Esdras 10:14-15).
El texto anterior nos reveló un problema sin resolver en tiempo récord. De hecho, se requirió más de tres meses en hacer toda esta gran reforma concerniente al asunto de las mujeres extranjeras.
Ellos habían reconocido que eran mucho los que habían pecado, y esto demandaba un trabajo muy arduo, pero había que terminarlo.
“Sean nuestros príncipes los que se queden en lugar de toda la congregación […]. He aquí una salida sabia. Los lideres eran los llamados a dar el ejemplo, si ellos mismos habían sido parte de este pecado, o que ellos mismos ayudaran a Esdras a enfrentar toda esta afrenta hacia Dios.
Si la ofensa se iba a eliminar, debiera lograrse de una manera equilibrada. El involucrar a los príncipes ayudaba a Esdras a no tomar solo esta enorme decisión.
He aquí la mejor idea para enfrentar el problema: “todos aquellos que en nuestras ciudades hayan tomado mujeres extranjeras, vengan en tiempos determinados […]”.
El nombramiento de un “comité” especial para esta situación, los llevó a reprogramar el tiempo cuando los que habían tomado las mujeres extranjeras deberían venir.
Definitivamente esta manera de abordar el problema tuvo éxito; no solamente, como ya hemos dicho, una abrumadora mayoría del pueblo apoyó la decisión de terminar la práctica de contraer matrimonio con los paganos, sino que esto permitió juzgar cada caso, pues algunas de estas mujeres adoptarían la fe de Israel y no serían expulsadas, pero las que no consintieron en esto, todas deberían ser separadas.
El propósito central de esta gran reforma fue apartar “de nosotros el ardor de la ira de nuestro Dios sobre esto”. Independientemente de la manera cómo se estaba procediendo con esto, considerando el tiempo y las prioridades, la preocupación de Esdras era la de aplacar la ira de Dios respecto a este grave pecado.
Todo pecado es contra Dios y el temor que más debe apoderarse de nuestro corazón es el derramamiento de su ira.
Al final, algunos se opusieron a esta medida, entre ellos “Jonatán…y Jahazías… y los levitas Mesulam y Sabetai les ayudaron”. Como era de esperarse, en toda determinación por radicar el pecado en el pueblo de Dios, habrá resistencia.
Se desconocen las razones de esta oposición, pero la reforma no se detuvo. Esta era la única manera cómo Israel saldría adelante y podía agradar a su Dios, quien ha seguido teniendo de ellos misericordia.
La corrección del pecado siempre será impopular, pero no se trata de seguir complaciendo a los hombres, sino de agradar a Dios.
Su ira contra el pecado está siempre presente.
Desde lo más profundo del corazón del pastor