Las obras de Rahab, la Ramera

Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino?” (Santiago 2:24-25).

Santiago, después de haber presentado a Abraham el llamado “padre de la fe” como ejemplo de una fe viva, termina su largo argumento acerca de una fe respaldada por las obras con un nuevo ejemplo, el de Rahab la ramera.

Ella no fue una mujer  de tan buena  reputación como lo había sido Abraham, sin embargo por haber creído en el Dios de los hebreos, y hacer lo que hizo con los espías, su fe fue justificada por esa obra.  

Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras?: Rahab demostró su confianza en el Dios de Israel a través de una fe viva, escondiendo, y hasta mintiendo acerca del lugar donde se habían ido los dos espías (Josué 2:8-13).

Sin esa esa convicción de su fe en el Dios de Israel no hubiera salvado su vida ni la de su familia. Y ese acto de una fe demostrada, la puso directamente en la lista de los héroes de la fe de acuerdo con Hebreos 11. 

Santiago finaliza su argumento de una fe muerta, diciendo: Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”. Y su argumento no podrá ser rebatido debido a estas dos pruebas de la historia tan conocidas por Israel.  

De esta manera, la fe no justificará al hombre si no tiene obras, pues es una fe muerta. Pero la fe viva, muestra ser verdadera por las buenas obras, y esa fe por sí sola será justificada.

Una fe genuina estará siempre acompañada por buenas obras, por cuanto ellas son la prueba de un nuevo nacimiento. La fe está conectada con la regeneración. Fue Pablo quien dijo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva creatura es” (2 Corintios 5:17). Si no hay evidencia de una vida transformada, no hay una fe genuina, una fe que salvadora. Como expresó Spurgeon: “La gracia que no cambia mi vida no salvará mi alma”.

Una fe genuina estará siempre acompañada por buenas obras, por cuanto ellas son la prueba de un nuevo nacimiento.

“Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”. Esta es la conclusión de todo lo dicho. Un cuerpo sin el espíritu es un simple cadáver.

De igual manera, una fe sin las obras está muerta. He aquí el llamado para probar cuál es la fe salvadora. La fe verdadera da señales visibles, tanto en mi carácter como en mis actos. 

 Las obras  por si solas no nos salvan, pero una fe si no tiene obras, tampoco salva. 

Desde lo más profundo del corazón de su pastor.