La Oración eficaz

“Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto” (Santiago 5:16-18).

Estos son los penúltimos versículos de esta extraordinaria carta. Santiago emulando a su Maestro nos ha dejado un  tratado lleno de exhortaciones, amonestaciones, pero también un mensaje lleno de esperanza, como si fuera una especie de continuación del Sermón del Monte.

Su pluma diligente nos ha ayudado a ver la vida práctica del evangelio. 

“Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanado”. Con el presente imperativo se nos recuerda la importancia de la confesión mutua y sus resultados en nuestra  sanidad, espiritual y física.

Orar de esta manera nos libra de las pesadas cargas (tanto físicas y espirituales), de aquellos pecados no resueltos, trayendo como resultado una obra más eficaz del Espíritu Santo en medio nuestro. 

 Santiago habla de la confesión unos a otros como algo esencial en el cuerpo de Cristo. ¿Por qué esta recomendación? Porque él pecado tiene el propósito de ser solo para él, aislándonos los unos de los otros.

Esto indica que la confesión rompe el poder de los pecados ocultos. Por supuesto, cuando hablamos de este tipo de confesión, no estamos avalando la confesión hecha a un “sacerdote” o a una imagen que sirva como mediadora. 

“La oración eficaz del justo puede mucho”. Esto fue notorio en el pasado, y lo sigue siendo en el presente. La eficacia de la oración hecha con manos limpias y con corazón puro, según nos recuerda el salmo 15 es oída y respondida.

Pero debemos recordar que algunas oraciones no son efectivas, porque no son eficaces. Al orar debemos ganarnos el corazón de Dios, y esto lo hacemos al ser fervientes en la oración. Ante esto, Dios obra eficazmente. 

El ejemplo de la Biblia en cuanto a la oración eficaz es traído con el testimonio de Elías. Santiago nos dice que él era un hombre con pasiones semejantes a las nuestras, sin embargo, su carácter firme y lleno de una profunda fe, lo hizo hacer milagros en la misma naturaleza. Elías “oró fervientemente”; la traducción sería “orar con oración”.

Si  somos igual a Elías, en el sentido de la carne,  entonces podemos orar fervientemente también. 

Si la oración eficaz del justo puede mucho, no abandonemos la eficacia de la oración.

Desde lo más profundo del corazón de su pastor.