La Oración de Esdras (Recordando los pecados del castigo)

“Desde los días de nuestros padres hasta este día hemos vivido en gran pecado; y por nuestras iniquidades nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido entregados en manos de los reyes de las tierras, a espada, a cautiverio, a robo, y a vergüenza que cubre nuestro rostro, como hoy día.  

Y ahora por un breve momento ha habido misericordia de parte de Jehová nuestro Dios, para hacer que nos quedase un remanente libre, y para darnos un lugar seguro en su santuario, a fin de alumbrar nuestro Dios nuestros ojos y darnos un poco de vida en nuestra servidumbre.  Porque siervos somos; mas en nuestra servidumbre no nos ha desamparado nuestro Dios, sino que inclinó sobre nosotros su misericordia delante de los reyes de Persia, para que se nos diese vida para levantar la casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y darnos protección en Judá y en Jerusalén” (Esdras 9:7-9).

Aunque Esdras al principio cubrió su rostro de vergüenza, por lo que había oído del pecado de los de la cautividad, ahora sigue de rodilla, pero con sus manos levantadas como una señal de pedir clemencia frente al gran oprobio.

Ante su Dios santo, Esdras admite la razón del cautiverio: “Desde los días de nuestros padres hasta este día hemos vivido en gran pecado […]”. La iniquidad la comenzaron los reyes y la siguieron los sacerdotes. 

Los representas principales del pueblo, los llamados a dar ejemplo, fueron los primeros en corromperse y al final el pueblo les siguió, dando como resultado el ser entregado a reyes paganos y tiranos, quienes les sometieron a espada, robando y quitándoles todos, hasta ser llevados en cautividad. Esta es la razón de la postración de este santo varón de Dios. 

“Y ahora por un breve momento ha habido misericordia”. En medio de su quebrantamiento,  Esdras reflexionó sobre la notable bondad de Dios al traer un remanente de su pueblo de regreso del exilio y dejarlos  vivir otra vez en la tierra de sus antepasados.

¿Cuál era el propósito? “para darnos un lugar seguro en su santuario”. Con esto, Israel tuvo de nuevo una  posición segura en el templo, y con  el favor de Dios.

 “Y darnos un poco de vida en nuestra servidumbre”. Como alguien que ve la mano de Dios contra su pueblo, Esdras se regocijó por un momento, reconociendo  la eterna misericordia y el favor de Dios el cual no debe ser despreciado  seguiendo una vida de desobediencia y transgresión, lo cual es la causa de esta oración.

Nuestro Dios nos ama tanto que a pesar de la servidumbre del pecado todavía nos da vida. 

Y la demostración más palmaria de ese amor lo vio Israel, porque “en nuestra servidumbre no nos ha desamparado nuestro Dios […]”. Israel le dio tantas razones a Dios para raerlo de la tierra, como hizo con la gente en el diluvio, sin embargo, aquí vemos una vez más su longanimidad hacia su pueblo.

Y ese amparo consistió, cuando Dios “inclinó sobre nosotros su misericordia delante de los reyes de Persia […]”. El Dios eterno y maravilloso usó a reyes paganos, prolongando con ellos sus misericordias y su eterno amor para Israel.

¿Cuál fue el propósito de la extensión de sus misericordias? Para “levantar la casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y darnos protección en Judá y en Jerusalén”.

Sobre estas palabras un comentarista llamado Yamauchi, citando a un escritor judío, dijo: “Dios había concedido un poco de gracia a su pueblo; un pequeño remanente había encontrado el camino cansado de regreso a su hogar y clavado una sola estaca en su suelo; brillaba un rayo de luz solitario; un leve soplo de libertad aligeraba su esclavitud. ¡Qué gráficamente personifica Esdras la experiencia judía en estas pocas palabras!”. 

Dios nunca nos ha dejado de amar, pero nuestros pecados deben ser confrontados.

Desde lo más profundo del corazón del pastor