El origen de las Guerras y los Pleitos

“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?” (Santiago 4:1).

Al momento de escribir este devocional se está librando una guerra entre Rusia y Ucrania. ¿Cuál es origen de la misma? Por la respuesta en forma de pregunta de Santiago: Por “vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros”. Claro está, las guerras y los pleitos referidos por Santiago acá son entre los hermanos, pero las guerras tendrán siempre un mismo origen: las pasiones del corazón. 

¿Pueden darse guerras y pleitos en una comunidad cristiana? ¿No es esto una paradoja viniendo de un de lugar donde se supone existe la paz? ¿A quiénes tenía Santiago en mente al momento de escribir este capítulo?

Pues está hablando de la iglesia. Observe que ambos términos son militares. El primero se refiere a una campaña militar entera; el otro es una referencia a una batalla individual. Ambos ilustran la ausencia de paz en la iglesia. 

 Santiago está escribiendo a una comunidad de los santos, sin embargo, ellos no escapaban a las mismas tentaciones y pasiones del resto de los hombres. Las “pasiones” es una palabra de origen griego de donde nos viene el término “hedonismo, cuyo significado es: una pasión por la gratificación personal, placer o posición ¡a cualquier costo!

Es un término aplicado únicamente tres veces más en el NT: Lucas 8:14; Tito 3:3 y 2 Pedro 2:13, pero siempre con un sentido negativo. Estamos, pues, en presencia de una palabra fea. 

Y el lugar donde combaten ese “hedoismo” es en nuestros miembros. ¿Cuáles miembros? He aquí una referencia a nuestros miembros físicos, los cuales no son malos, ni tampoco una fuente del mal, sino un campo donde se libera una batalla de maldad (cf. Romanos 6:12-22).

Al parecer, alguna situación se había dado en la iglesia donde los creyentes estaban dando rienda suelta sus emociones, defendiendo alguna situación particular, con estos infelices resultados. Cuando la carnalidad domina al espíritu, surgen estos combates. 

Mis hermanos ¿a caso Santiago estaba escribiendo algo nuevo? Esos pleitos y pasiones siguen muy visibles en algunas iglesias, cuyo fin es mantener un legalismo a ultranza, en lugar de dejar al amor reinar en todas sus relaciones.

Los pleitos y las pasiones nos conducen al final a divisiones, y hasta el aborrecimiento entre los hermanos. Juan, en su primera carta, aborda una situación tan parecida a la Santiago (1Juan 3:11-18).

Que la batalla de mi corazón no sea con mi pecado, sino en contra del pecado. 

Desde lo más profundo del corazón de su pastor.