El Pecado de la Soberbía
“Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala; y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Santiago 4:16-17).
La jactancia es un pecado del espíritu, por lo tanto, es mala de acuerdo con la exhortación de Santiago. Los lectores de esta carta fueron notificados de esta actitud dañina para la comunión de la iglesia.
La jactancia egoísta debe ser reemplazada por la confianza que honra a Dios; esta es la única manera como este feo pecado es eliminado.
Si este texto sigue el contexto inmediato, Santiago nos recuerda el mal de la autosuficiencia.
No tomar en cuenta a Dios en los planes, para saber si es o no su voluntad de hacer algo, o tomar alguna decisión, es transitar el camino solo; eso se llamaba soberbia, y cuando esto hacemos, nos exponemos a las consecuencias de vivir sin la dirección divina.
“Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”. Santiago pareciera ahora llevarnos a un pecado de omisión cuando introduce este texto.
La raíz de todo pecado es saber hacer lo bueno y no hacerlo.
Si le seguimos en su planteamiento anterior donde habla de la jactancia, soberbia, orgullo o presunción respecto a poner a Dios a un lado, o a no considerar al hermano en su necesidad y no hacer lo que somos llamados en estos casos, nos convertimos en pecadores.
Este texto se aplica para todo. La raíz de todo pecado es saber hacer lo bueno y no hacerlo. El que dice, pero no hace, no podrá ver ningún resultado en su vida.
La Biblia nos dice que son los hacedores de la obra los bienaventurados (Mateo 7:26; Juan 13:17; Santiago 1:23). Decir y no hacer es abrir una cuenta donde se acumulan los pecados sin ser cometidos.
Este es un texto comprometedor, porque habla a creyentes conocedores de la palabra, por lo tanto, saben acerca de hacer lo bueno. El desconocimiento de la palabra de Dios es un mal que ha perjudicado al pueblo de Dios, desde tiempos antiguos.
El profeta Oseas habló de ese mal en su pueblo como la causa de su ruina (Oseas 4:6). Con este texto Santiago nos lleva a nueva de definir el pecado: el no hacer lo bueno, sabiéndolo.
Que no haya pecado de soberbia en nosotros, sino una gran confianza en nuestro Dios.
Desde lo más profundo del corazón de su pastor.