Las quejas no son buenas

“Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta” (Santiago 5:9).
Santiago previamente nos habló del tema de la paciencia. Quien esto practica no le será difícil hacer lo mismo con el presente imperativo de la queja.
Con mucha frecuencia somos visitados por tiempos de dificultades, y si ellos no son manejados con la dirección divina, pudieran provocar que seamos menos afectivos con nuestros hermanos y hermanas cristianos.
De allí, pues, el consejo de Santiago: no quejarnos en tales tiempos para no ser condenados. La queja contra el hermano también es pecado, porque es una ofensa.
No debemos de permitir los problemas entre nosotros haciéndonos menos amorosos unos con otros.
Como Santiago ha tocado también el tema de la segunda venida, el quejarnos “unos contra otros” trae como resultado un desenfoque en esa esperanza, pero a su vez es una advertencia contra el fracaso cristiano, en lugar de ser un estímulo para la fidelidad cristiana.
La queja es parecida a la murmuración. Si ambos estamos en la misma espera ¿no debiéramos tolerarnos porque todos deseamos verle el rostro a nuestro amado Cristo?
“He aquí, el juez está delante de la puerta”. Jesucristo vienen como juez en su segunda venida. Él no solo viene para juzgar al mundo, sino para evaluar la fidelidad de los cristianos de acuerdo con 2 Corintios 5:10 en el llamado tribunal del Cristo.
A la luz de esto, no debemos de permitir los problemas entre nosotros haciéndonos menos amorosos unos con otros. En lugar de la queja debe reinar la paz y el amor entre los hermanos.
El retorno de Cristo sigue siendo un hecho inminente; su cercanía nunca había sido tan real como en este tiempo. Él vendrá como Juez de todos los hombres, por lo tanto, nosotros no necesitamos asumir el papel de jueces de otros, ya sea fuera o dentro de la iglesia (cf. Mateo 7:1–5).
Jesús condenó esa actitud al convertirnos en jueces. Criticó fuertemente cuando vemos la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga que está en el nuestro.
Frente a la segunda venida, animémonos unos a otros, en lugar de quejarnos unos a otros.
Desde lo más profundo del corazón de su pastor.