La Respuesta a la Carta

“El rey envió esta respuesta: A Rehum canciller, a Simsai secretario, a los demás compañeros suyos que habitan en Samaria, y a los demás del otro lado del río: Salud y paz. La carta que nos enviasteis fue leída claramente delante de mí.  

Y por mí fue dada orden y buscaron; y hallaron que aquella ciudad de tiempo antiguo se levanta contra los reyes y se rebela, y se forma en ella sedición; y que hubo en Jerusalén reyes fuertes que dominaron en todo lo que hay más allá del río, y que se les pagaba tributo, impuesto y rentas. Ahora, pues, dad orden que cesen aquellos hombres, y no sea esa ciudad reedificada hasta que por mí sea dada nueva orden. Y mirad que no seáis negligentes en esto; ¿por qué habrá de crecer el daño en perjuicio de los reyes?” (Esdras 4:17-22).

Los enemigos de la obra de reconstrucción lograron una primera victoria, porque, en efecto el rey respondió a la carta hecha por los samaritanos, llevada por el canciller Rehum y el secretario Simsai, junto con el resto de los compañeros. Esto no es sorpresa, la obra del Señor cuenta con enemigos gratuitos y se levantarán con furia para detenerla. 

He aquí la respuesta del rey a la carta: “Salud y paz. La carta que nos enviasteis fue leída claramente delante de mí.  Al mejor estilo de aquellos tiempos, las cartas tenían en su encabezamiento el saludo típico: “Salud y paz”. El rey se aseguró de haberla oído claramente, por lo cual formula su respuesta en función de la petición hecha. 

En la investigación del rey se encontró que, en efecto, aquella ciudad se levantaba “contra los reyes y se rebela, y se forma en ella sedición; y que hubo en Jerusalén reyes fuertes que dominaron en todo lo que hay más allá del río, y que se les pagaba tributo, impuesto y rentas”. De esta manera, el rey halló que la ciudad había sido poderosa en el tiempo pasado, comprobando con esta investigación los hechos aseverados por la historia bíblica, donde el protagonista fue el gran Dios de Israel. 

De esta manera, la respuesta, y a pesar de las malas intenciones de los enemigos, el rey favoreció la posición de los israelitas dejando abierta la posibilidad de terminar la obra en el futuro con su consentimiento.

En todo esto podemos seguir viendo la mano de Dios, guiando los hilos de su historia y permitiendo a las circunstancias ayudar al pueblo ilusionado con la reconstrucción de ciudad, su templo y sus muros.  

En efecto, la obra fue paralizada con la presente respuesta: Ahora, pues, dad orden que cesen aquellos hombres, y no sea esa ciudad reedificada hasta que por mí sea dada nueva orden”. La felicidad de Rehum y Shimshai y sus compañeros, seguramente fue muy grande y con febril prisa llegarían a Jerusalén a comunicar la respuesta, hasta hacer cesar el trabajo por la fuerza y ​​el poder.

Otra vez, algunas veces los enemigos de la obra ganan el primer raund, pero eso no es el fin, sin es Dios quien está en control de todo. 

Esto lo afirmamos, porque si bien es cierto que “cesó la obra de la casa de Dios que está en Jerusalén”, esto no seria para siempre, porque la misma seguiría con el reinado de Darío, rey de Persia.

Cuando algo es de Dios, no habrá reyes que lo detengan. 

Desde lo más profundo del corazón del pastor.